Educar para investigar
La Reunión Bienal de la Real Sociedad Española de Física y Química dio inicio con la intervención del ministro de Ciencia
Asturias, sede de lo más granado de la ciencia. Ocurrió hace medio siglo, cuando se desarrolló en nuestra ciudad la Reunión Bienal de la Real Sociedad Española de Física y Química, que arrancó... con una misa. Una, concretamente, en la catedral de Oviedo, antes de que las jornadas comenzasen en el hotel ovetense de la Reconquista. Previamente, Julio Rodríguez, Ministro de Educación y Ciencia a la sazón, había estado en Gijón, donde el Ayuntamiento le obsequió con un almuerzo en el Real Club Astur de Regatas, «después de haberse reunido con los rectores de la Universidad» y debatir «el llamado Plan Gijón, que comprende proyectos magníficos» en materia de enseñanza.
Venía el ministro a Asturias en sustitución del Príncipe «de España» (no lo definíamos como 'de Asturias' en tiempos aún de zozobra dinástica), Juan Carlos, presidente de honor de una Bienal presidida por García López, gobernador civil de la provincia. «Hay que establecer una planificación en la investigación para que esta sea buena», dijo el ministro sobre la ciencia. «Para ello es necesario que, además de la intervención de los organismos correspondientes, los investigadores sacrifiquen sus gustos de investigación privados en beneficio de esa otra investigación que interesa al país en estos momentos». En Asturias, sin embargo, eran otros los problemas que lastraban la labor, comenzando con el déficit de escuelas. «Para albergar el crecido número de alumnos, sería necesario aplicar un sistema de desdoblamiento», aseguró Rodríguez. «Es decir, que en cada centro se impartan clases a dos grupos de alumnos, unos por la mañana y otros por la tarde». Según el ministro, la orografía de Asturias dificultaba la aplicación de soluciones. «Es necesario aplicar una fórmula que no es otra que la de las escuelas hogar», decía. A partir de entonces, ya podríamos hablar de formar para la ciencia. ¿Y para algo más? Eso... aún no. «Los estudiantes lo que deben hacer es estudiar», decía Rodríguez sobre la expulsión, por motivos políticos, de varios universitarios valencianos semanas atrás. Venían curvas. Y no solo en forma de parábola.