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ARANTZA MARGOLLES
Jueves, 25 de enero 2024, 00:56
Hace un siglo, una nueva desgracia tiñó de luto Gijón. Esta había sucedido en el puerto de Avilés, donde descansaba el vapor de pesca 'Angeliños', de Vigo, pero arrendado por la sociedad Pesquerías Gijonesas. Ocurrió que el fogonero, pensando que en la caldera no había ya presión, «por estar tupido con óxido el conducto del manómetro», abrió la tapa, precipitándose de inmediato el vapor en forma de chorro. La potencia fue tal que llegó a derribarse una compuerta «que comunicaba con el rancho, donde dormían cinco marineros, a quienes alcanzó el agua hirviendo».
Aunque la noticia llegó sin especificarse las identidades de los afectados, en la villa de Jovellanos la alarma saltó de inmediato: la mitad de la tripulación era gijonesa. En efecto, de los seis lesionados, cuatro resultaron ser de la ciudad: Francisco Menéndez Cubiella, de 24 años; Maximino Montoto Barredo, de 26; José Lastra Sánchez, de 25, y José García Rodríguez, de tan solo 17. Los otros dos, José Roibal y Enrique Piñeiro, el fogonero, eran de Pontevedra. Pudo haber sido peor. Aún más.
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