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Goya retrató un caso de difteria en su obra 'El garrotillo'.
1898. Hace 125 años

Ni sarampión ni difteria

La alcalde convocó a los médicos al pleno para aclarar si el rumor era cierto y estos negaron que hubiera epidemia alguna en la ciudad

Arantza Margolles

Martes, 8 de agosto 2023, 02:27

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Los temas de salud pública, como es tristemente conocido hoy en día, son asuntos de relevancia. También lo eran hace 125 años, cuando, por alguna razón, comenzó a expandirse el rumor de que en Gijón, que estaba, además, en plena temporada estival, plagado de turistas, campaban a sus anchas el sarampión y la difteria. Cosa grave. Como una cosa son las habladurías y otra muy distinta la ciencia, y como la única certeza hasta la fecha era que, en efecto, se había dado algún que otro caso de sendas enfermedades en la villa de Jovellanos, el alcalde llamó al pleno del Ayuntamiento a los médicos gijoneses. Para que dijeran lo que supieran, que no era poco, del asunto, y sacasen a relucir las cifras oficiales.

Y el veredicto fue el mejor que se pudiera esperar: no había epidemia. «No solo es infundado todo temor relativo a la existencia actual de afecciones infecciosas en el distrito de Gijón», aseguró EL COMERCIO, «sino que, por el contrario, es evidente el buen estado de la salud pública, como se deriva del dato irrecusable e incontrastable de que el número de nacimientos supera al de defunciones en una proporción muy crecida, siendo digna de especial y oportuna mención la circunstancia de que en todo el mes presente no se haya registrado caso alguno de difteria». No hubo discrepancia entre los colegiados. Todos ellos, cierto era, habían atendido casos de afecciones de los órganos respiratorios, pero siempre «en pequeña proporción».

«Casos esporádicos»

«Deben ser considerados, sin género alguno de duda, como esporádicos» los casos; «afirmando todos categóricamente que no existe en Gijón difteria, ni epidémica ni endémica, y que aquí, como en muchas poblaciones, por no decir en todas, aparece de vez en cuando un caso individual, aislado, sin carácter difusivo, cuyo diagnóstico no llega siquiera a ser confirmado por el análisis bacteriológico, quedando siempre en el ánimo la duda de si el proceso fue originado por el agente específico o si se trata simplemente de un caso morboso». Los médicos eran, por cierto, de ilustre apellido vernáculo: Calisto de Rato Roces y Corsino Prendes Pando.

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