Secciones
Servicios
Destacamos
A. VILLACORTA
GIJÓN.
Sábado, 15 de enero 2022, 01:48
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
A veces se nos olvida, pero estamos aquí de paso. Y eso viene a recordarnos, con toda la guasa gaditana, el actor Abel Mora (Cádiz, 1978), que llevaba «una vida normal, feliz», entre el teatro y pelis como 'Ocho apellidos vascos' y 'El niño', hasta que todo se paró en seco. Un hombre que, después de un año y medio ingresado en un hospital y quince operaciones, está pletórico porque hoy se volverá a subir a las tablas en el Niemeyer con 'Sí, a todo', un estreno absoluto escrito para él por uno de los grandes nombres de la dramaturgia de este país, su amigo Antonio Álamo.
-En esta obra nos cuenta su odisea. ¿Qué le pasó?
-Pues pasó que yo tenía mi vida como actor y estaba muy contento con lo que estaba haciendo... y enfermé. Y, además, de una enfermedad importante, en la que todo salió muy mal y todo lo que podía pasar ocurrió. Una enfermedad que todavía no ha terminado del todo, pero, por suerte, aquí estoy, hablando contigo y disfrutando de nuevo del trabajo, que es lo que me gusta. Esto fue antes de la pandemia, a finales de 2018. Así que ahora ya no caigo tan fácil. A mí, el virus este, nada de nada (Risas).
-¿Cómo recuerda el momento del diagnóstico?
-Como un shock. Porque, en un segundo, tu mundo se derrumba. Uno va al médico pensando que puede estar enfermo, pero no tanto. Hasta que el médico te dice: «Oye, Abel, frena, porque tu vida acaba de terminar. Tu vida empieza ahora otra vez». Así me lo dijo. Directamente. Fue: «Tienes que pararlo todo. Habla con tu trabajo, tu novia, tus amigos... y adviérteles de que vas a tener que parar». Imagínate la cara que se te queda.
-Y ahora lo recrea en escena...
-Exacto. Unos amigos que vinieron a ver los ensayos llegaron a la conclusión de que es un thriller médico, porque hay mucha acción relacionada con la medicina. Es un drama con tintes cómicos y de musical, porque, al fin y al cabo, todo está protagonizado por un actor gaditano, con su idiosincrasia, su acento, sus músicas... Y contamos a la gente que, a pesar de todos los problemas, se puede salir adelante. El mensaje es que las cosas se pueden torcer, pero que también se pueden poner derechas. A mí me paso que, después de miles de problemas, problemas medulares, de estar en silla de ruedas, en andador, de quince operaciones, un año y medio ingresado... un día me levanté y me di cuenta de que me estaba curando.
-¿Duele revivirlo?
-Ha sido una catarsis. Me ha servido de terapia. De hecho, los ensayos han sido complicados en según qué momentos. Cuando Antonio estaba construyendo el texto, cada frase nos implicaba a los dos, nos emocionábamos y hemos llorado juntos... Es muy bonito, la verdad.
-¿Es de los que piensan que, tras una experiencia así, te cambia la vida?
-A mí me daba miedo convertirme en un Dalai Lama. Pensaba: «No quiero convertirme en un místico». Y, de hecho, no me he convertido (Ríe). Y es verdad que hay mucha gente que dice: «A partir de ahora voy a viajar, a cambiar de trabajo o a hacer tal cosa...». Pero yo, por suerte, no he tenido que hacer nada de eso porque yo ya lo hacía antes: viajaba cuando me apetecía, me dedicaba a mi ilusión, tenía a mis amigos, mi familia, a la gente que me quiere... Ya lo tenía todo. Y ahora, simplemente, lo que quiero es retomar lo que estaba haciendo, pero sí que he aprendido muchas cosas y estoy ilusionadísimo, porque llevo tres años sin actuar.
-¿Por qué 'Sí, a todo'?
-Porque, cuando te pasa esto, no te queda otra que ponerte en manos de los demás y aceptar todo lo que te dicen. «Hay que operarse». Pues te operas. «Hay que ponerse una inyección». Pues se pone. Llega un momento en el que piensas: «Sí, a todo». Y, además, es una de las mejores actitudes que se pueden tomar: confía en la gente que te está ayudando. He tenido una suerte tremenda: estar rodeado de una gente que no me conocía de nada, personal médico y de enfermería, celadores y demás, que me han tratado como una familia. Cuando me dieron el alta y salí del hospital, allí lloraba todo el mundo. Tenemos una sanidad pública maravillosísima, diga alguna gente lo que diga. Espectacular. A veces, veía a la gente quejarse porque el ascensor tardaba y pensaba: «¿De verdad?». Y, cuando te dicen que hay que esperar, es porque hay alguien con un problema más gordo que el tuyo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
TodoAlicante
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.