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El chat que tiene Stephanie Evelyn Montes Arrasco con su familia y amigos de Chiclayo no para desde el jueves por la tarde. Los mensajes se cruzan porque todos están muy emocionados. «Nos sentimos muy orgullosos de que León XIV sea el nuevo Papa, un americano que se nacionalizó peruano y que dedicó en su primer mensaje público unas palabras para nuestro pueblo». Su madre la llamó nada más enterarse de quién era el sucesor de Francisco y ella, que no imaginaba que una persona tan cercana pudiese resultar elegida, «al principio, cuando me lo dijo mi esposo, creí que era una broma». Confía en que será un pontificado lleno de «esperanza y fe». Stephanie reside desde hace algo más de dos años en Gijón, junto a su esposo, sus hijos y otros familiares, todos ellos de Chiclayo. Con el flamante Papa coincidió en varios eventos, allá en su tierra, y recuerda especialmente un acto presidido por León XIV. Él fue quien confirmó a su hermano José Luis, que el jueves se apresuró a llamarla desde Chiclayo y a buscar fotos de aquel 4 de junio de 2022. «Fue en pandemia, en la parroquia Santa María Catedral de Chiclayo. Todos con la mascarilla y la iglesia repleta», tanto que ella misma y varios familiares de los jóvenes que recibían la confirmación no pudieron acceder al templo.
Las misas que él oficiaba estaban siempre repletas de gente, dice, «porque transmitía unión, cercanía y contagiaba su fe a todos los que le escuchaban». Stephanie reconoce que es «muy esperanzador que haya sido elegido una persona tan cercana, correcta, conversadora y culta. Es una persona que trata siempre de buscar la paz, la unión y la fe». Inevitablemente, recuerda ahora la última vez que León XIV ofició la eucaristía en el pueblo que hoy vive emocionado la elección papal. Fue en abril de 2023. La iglesia estaba llena de gente que quería despedirse de él. «Fue muy emotivo ese día. Le cantamos al entonces obispo la canción 'Jipy Jay', de Pepe Vásquez, un vals peruano que, en una parte dice así: '¿Por qué perder las esperanzas/ De volverse a ver?/ ¿Por qué perder las esperanzas/ De volverse a ver?/ No es más que un hasta luego/ No es más que un breve adiós/ Adiós, adiós, quizás, quizás (jamás)/ Nos volvamos a encontrar'».
El propio pontífice, rememora Stephanie, reconoció que aquel día era muy triste para él. Quería quedarse en Chiclayo pero el Papa Francisco le había llamado para ir a Roma y él sabía que era una llamada a la que tenía que responder, debía acudir, y así lo hizo. Nunca pensaron aquellos fieles y seguidores de su obispo que aquella marcha sería para llegar a lo más alto. Pero a ninguno se le olvida «esa mirada impactante que siempre transmitió humildad y cercanía y ese cariño que nos profesó a todos».
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