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Agustín Molleda muestra fotografías de su paso por el orfanato leonés. J. C. TUERO

«Me preguntaron por qué no denunciamos antes. Éramos huérfanos, a quién se lo íbamos a decir»

Agustín Molleda ratificó ante el Arzobispado de León sus denuncias de abusos sexuales en el orfanato de San Cayetano entre 1955 y 1965

M. F. Antuña

Gijón

Miércoles, 2 de marzo 2022, 03:36

Una hora estuvo en el Tribunal Eclesiástico del Arzobispado de León Agustín Molleda ratificándose en su denuncia sobre los abusos físicos y sexuales que sufrió entre 1955 y 1965 en la Ciudad Residencial Infantil San Cayetano, un orfanato regentado por los Terciarios Capuchinos en las cercanías de León capital. Tenía seis años cuando llegó a aquel infierno tras pasar por el Hospicio Viejo de León, adonde le llevó su abuelo con solo dos días de aliento desde Bercianos del Real Camino, el pueblo en el que en 1949 le alumbró su madre, una mujer soltera. Se ratificó y volvió a Asturias, donde reside, con algo menos de angustia en el cuerpo, con el bienestar que aporta ser escuchado, atendido y entendido. «Todo bien, me tomó declaración el arcipreste del Obispado de León y lo que quería es que me ratificara en todo lo que había manifestado en los peródicos, centrándome exclusivamente en el abuso sexual, las agresiones físicas no les interesaban», comienza su relato de una cita de la que dejó constancia escrita el secretario del tribunal. Lo narrado en declaraciones previas y en un libro publicado hace cinco años habla de castigos sin comer y sin cenar, salidas al patio en camiseta a diez grados bajo cero para hacer gimnasia y castigos físicos como patadas y puñetazos. Y más: «Se metían en nuestras camas y, si llorabas, te pegaban una paliza, así que era mejor no resistirse. O nos metían en sus cuartos para masturbarnos», ha contado a este mismo periódico.

No hizo un relato pormenorizado de todo ello ante el cura que ayer le atendió, simplemente confirmó lo que este ya sabía. «Me preguntó si necesitaba ayuda psicologica y le dije que ya lo tenía superado, y también me dijo si necesitaba que me pidieran perdón desde la congregación y dije que no, que lo que tienen que hacer es que esto no se vuelva a repetir», relataba a su retorno, accidentado -se quedó colgado con el coche en Lena y tuvo que ser auxiliado por la grúa-, a Gijón, donde reside. «Me decían que los que están ahora en esta congregación no tienen nada que ver, que habían hablado con ellos y que estaban abochornados». No sabe si alguno de sus torturadores vive, imagina que quizá sí, pero no tiene constancia de ello.

Sí la tiene de que hubo más víctimas. Y así lo hizo saber en su declaración, aunque se negó a aportar sus nombres cuando le fueron solicitados. «Me pidieron si podía facilitar nombres de testigos o de otros muchachos que hubieran sido víctimas, pero les dije que no estaba autorizado a dar nombres de nadie». Sí se comprometió a hablar con algunos de ellos y preguntarles si están dispuestos a declarar.

Hans Zollner: «Se puede llegar a resultados veraces»

El jesuita alemán Hans Zollner, uno de los mayores expertos en prevención de abusos en el Vaticano, ha valorado de forma positiva la decisión de la Iglesia española de encargar a un bufete de abogados una auditoría independiente sobre este tema al señalar que «un trabajo sin interferencias» e «independiente» es la manera de restablecer la «justicia» a las víctimas. «Siguiendo este modelo de escucha a las víctimas, con abogados y expertos verdaderamente independientes y con un trabajo sin interferencias, se puede llegar a resultados veraces y que contribuyan a la justicia de las víctimas», señaló. No ve retraso en la respuesta española. «En Gran Bretaña, Australia, EE UU o Alemania, la sociedad llegó a un punto en el que tuvo que enfrentarse a este problema y entonces la Iglesia también tuvo que afrontarlo. La Iglesia de España ha llegado ahora a este punto».

Llevó su libro, titulado 'E83, San Cayetano' y allí lo dejó junto a su declaración firmada a modo de prueba. «Les dije: 'Aquí lo tienen', aquí se lo dejo, pero les voy a decir una cosa este libro está publicado en León hace cinco años y, hasta la fecha, nadie se ha interesado'», apunta. Añade que quienes le tomaron declaración sabían por otras fuentes de lo que había pasado en San Cayetano. «Uno de los que ahora mismo es deán de la catedral, también estuvo allí, no le tocó, pero lo sabía», concluye este hombre que aportó los nombres de todos esos sacerdotes de quienes sufrió maltrato y abuso.

Se felicita Guillermo Molleda de que las autoridades eclesiásticas estén empezando a investigar. «Se portaron muy bien, los vi muy naturales, muy serios, y muy amables y me insistieron en si quería que se disculparan y yo repetí que ya me daba igual. Por lo menos que te digan que van a abrir una investigación te reconforta. La pena es que no lo hayan hecho antes», explica. Y apunta un último dato de la cita de ayer: «También me preguntaron que por qué no lo había denunciado antes. Éramos huérfanos, ¿a quién se lo íbamos a decir?».

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«Me preguntaron por qué no denunciamos antes. Éramos huérfanos, a quién se lo íbamos a decir»