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Alberto García entregando ayuda a una familia de Paiporta, nada más llegar a Chiva
Un sanitario del Hospital de Cabueñes, en el epicentro de la catástrofe: «Se me remueve el alma»

Un sanitario del Hospital de Cabueñes, en el epicentro de la catástrofe: «Se me remueve el alma»

Alberto García, enfermero de profesión y natural de Valencia, ha viajado a su tierra para reforzar la atención de las infecciones que están proliferando como consecuencia de la acumulación de lodo y aguas fecales

Viernes, 8 de noviembre 2024, 17:12

Alberto García es valenciano, pero desde hace tres años trabaja como enfermero en la unidad coronaria del Hospital Universitario de Cabueñes. Su familia, afortunadamente, se encuentra bien tras el desastre causado por la DANA. Pero las imágenes y testimonios que le llegan desde su tierra natal «me remueven el alma», así que se ha cogido unos días de vacaciones en el trabajo para prestar ayuda sanitaria en la 'zona cero'. A primera hora de hoy, salía rumbo a Chiva y esta misma tarde ya se ponía manos a la obra.

En Chiva, uno de los pueblos afectados por el desbordamiento del Barranco del Poyo, vive su hermano. La riada le llevó por delante el coche y el muro de su casa, pérdidas que consideran «mínimas» dada la dimensión de la catástrofe. «Ver a mi tierra en esta situación es muy triste», señala. «Hay calles que no se reconocen. Lo veo y no lo creo. Es que nunca había pasado algo así. La devastación es bestial. », abunda.

Alberto está muy vinculado también a Paiporta, otra de las localidades arrasadas por el enorme caudal de barro. Allí fue donde se estrenó como enfermero y, durante ocho años, trabajó en la ambulancia del municipio. Y allí regresará mañana para ponerse a disposición de quienes están coordinando la asistencia sanitaria en esta situación tan excepcional.

«Me cuentan antiguos compañeros y gente que conozco en la zona que hay mucha gastroenteritis. También que están proliferando las infecciones transmitidas por mosquitos, como el virus del Nilo. Y las infecciones de heridas que la gente se hace limpiando», explica. «Es normal. Las aguas fecales y los lodos se van acumulando, la calidad del agua no es buena, me dicen que en algunas zonas ya empieza a oler a podrido…», prosigue.

Como dice uno de sus amigos valencianos, «Paiporta ya no existe». Una frase lapidaria que da una idea del desastre. Por no hablar de que «una de mis antiguas compañeras se ahogó en el garaje de su casa» como consecuencia de la DANA. Hay más de doscientos muertos y 79 personas desaparecidas. Y la acumulación de escombros y vehículos colapsa el acceso a muchas viviendas, con vecinos que llevan una semana sin poder salir de su casa, ni siquiera para curarse en caso de necesidad.

«Intentaré ayudar en todo lo posible. Creo que hay abuelos en una situación muy delicada; la gente no puede ducharse bien; hay problemas para lavar la ropa...no sé cómo ha podido pasar todo esto», lamenta Alberto García, que ha viajado a Valencia preparado para trabajar sobre el terreno -con equipos de protección y botas de agua- y con el coche cargado de material sanitario y comida no perecedera, incluso para celíacos. Esa ayuda es fruto de «lo muchísimo que se han implicado mis compañeros del Hospital de Cabueñes». Ha recibido donaciones incluso de pacientes.

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