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Imagen de la detenida (a la izquierda) por la muerte del pequeño Gabriel. Atlas

Arrestan a la novia del padre cuando trasladaba en el maletero del coche el cuerpo de Gabriel

La Guardia Civil precinta un pozo de Rodalquilar, donde se cree fue ocultado el cadáver del niño desaparecido el 27 de febrero

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Domingo, 11 de marzo 2018

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La peor de las noticias, la más dura e irreversible de todas cuantas pudieran haberse producido en el caso de Gabriel Cruz, estallaba al borde del mediodía. El cadáver del niño de ocho años al que se le perdió la pista a las tres de la tarde de hace trece días en un camino de tierra de 100 metros en Las Hortichuelas, en Níjar, era encontrado enrollado en una manta en el maletero del coche que conducía la pareja sentimental del padre, Ana Julia Quezada, a la que la Benemérita arrestaba este domingo en Vícar en un enorme operativo policial.

La Guardia Civil de paisano, que la llevaba siguiendo desde hacía días, le cortaba el paso y la detenía a las puertas de la vivienda en la que residía en el núcleo de La Puebla de Vícar -a unos 75 kilómetros del lugar en el que desapareció el niño- en el momento en el que pretendía entrar al garaje con el cuerpo del pequeño en el interior del coche.

Momento de la detención de Ana Julia.
Momento de la detención de Ana Julia.

Según indicaron fuentes de la investigación, la Guardia Civil venía siguiendo de cerca los movimientos de Quezada, que se convirtió en la principal sospechosa en el momento en el que el acosador de la madre mostró una coartada sólida. Además, ella misma fue la persona que encontró la camiseta interior blanca del pequeño Gabriel, con su ADN, cuatro días después de su desaparición en un paraje situado a cuatro kilómetros al noreste de Las Hortichuelas, el barranco de Las Agüillas, en las inmediaciones de la depuradora de Las Negras, mientras rastreaba la zona junto al padre del pequeño.

Esos parajes habían sido ya rastreados anteriormente por el operativo especial de búsqueda, lo que lejos de suponer un despiste para los investigadores, provocó que situaran el foco irremediablemente sobre ella. Además, la prenda no estaba en el inventario inicial que habían trasladado los padres a los investigadores y no mostraba signos de que las inclemencias del tiempo desde que desapareció el niño (con fuertes lluvias y viento) le hubieran hecho mella.

Los agentes de la benemérita había interrogado en diversas ocasiones a Ana Julia Quezada. La última hace escasos días, con la finalidad de comparar sus declaraciones y encontrar datos que no casaran. En alguno de esos contactos, se le podría haber tendido algún anzuelo, apuntan fuentes cercanas, que ella habría mordido. Además, desde hacía días se le hacía un seguimiento exhaustivo a la espera de que cometiese algún fallo.

El domingo por la mañana los agentes que la seguían habrían sido testigos de cómo la arrestada habría movido el cadáver del lugar en el que habría permanecido en los últimos días, un pozo situado en una finca en el Valle de Rodalquilar, a unos seis kilómetros de donde se le pierde la pista al pequeño Gabriel la tarde del 27 de febrero. Se da el caso de que la zona está situada en un punto cardinal diametralmente opuesto al del hallazgo de la camiseta por la detenida días antes. Ayer, diversas patrullas de la Guardia Civil precintaban el pozo, en Rodalquilar, y lo mantenían bajo vigilancia.

Ana Julia Quezada podría haber efectuado la operación de traslado del cuerpo por miedo a que fuera encontrado en alguna de las constantes batidas que se han estado haciendo en un radio de hasta 12 kilómetros del punto en el que se le pierde la pista y en las que han participado hasta 400 personas por jornada. En ese momento, se desató el operativo para arrestarla, en el que tomaron parte decenas de agentes.

Los padres de Gabriel, durante la concentración del viernes
Los padres de Gabriel, durante la concentración del viernes

Participó en la búsqueda

Ana Julia Quezada había participado activamente en la búsqueda y había acompañado al padre del pequeño, su pareja sentimental, en sus comparecencias públicas. La última vez que se le vio en público a ambos fue el viernes, en la concentración convocada por los propios padres, Ángel Cruz y Patricia Ramírez, en Almería, con la asistencia de 8.000 personas. La convocatoria se hizo con la finalidad de presionar a los presuntos captores del pequeño -los padres se aferraban a la tesis del rapto- para que le liberaran. En el acto se le vio visiblemente emocionada y arropando y abrazando al padre del pequeño en las ocasiones en las que éste daba signos de derrumbarse. Además, mientras los padres describían el carácter afable del pequeño, Quezada asentía ostensiblemente.

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, reclamó ayer respeto para las «horas trascendentales» de la «minuciosa» investigación de los agentes de la Guardia Civil. Lo hacía en una declaración pública a las 14.30 horas, pocos minutos después de que el dispositivo policial trasladase a la arrestada y el cuerpo sin vida del pequeño Gabriel Cruz hasta las dependencias de la Comandancia Provincial de la Guardia Civil en Almería. El cadáver del niño fue trasladado horas después hasta el Instituto Anatómico Forense de Almería para ser sometido a las pruebas que permitan a los investigadores conocer cómo y cuándo falleció.

La Guardia Civil, que guarda la más grande de las cautelas sobre el secreto del sumario -dictado por el Juzgado de Instrucción número 2 de Almería- trata ahora de determinar cuál fue la participación de Quezada en los hechos y si se habría contado con la participación de más personas en el rapto y muerte del menor, una opción -la segunda- a la que dan menos probabilidad.

Gabriel Cruz, de apenas ocho años de edad, desapareció hacia las tres de la tarde del martes 27 de febrero cuando se dirigía a casa de unos primos desde la vivienda de su abuela en Las Hortichuelas, una escueta pedanía de Níjar en la que estaba pasando el puente del Día de Andalucía. Vecinos de barriada nijareña relataban que en ese momento tanto la abuela como la propia novia del padre, la ahora arrestada, se encontraban en la vivienda familiar, si bien ella habría abandonado la finca poco después de Gabriel con la excusa de «ir a limpiar una casa». Fue el padre del chiquillo el que interpuso la denuncia ante la Guardia Civil, a las ocho de la tarde, horas después de que la abuela detectara que el pequeño había desaparecido y de que le buscara incansablemente en las casas del entorno.

Desde la desaparición, un suceso que consternó a todo el país, centenares de personas han participado en batidas para dar con su paradero sin éxito.

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