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El Campo de San Francisco. El pulmón de la ciudad fue elegido por niños y mayores para disfrutar de la mañana del sábado.

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El Campo de San Francisco. El pulmón de la ciudad fue elegido por niños y mayores para disfrutar de la mañana del sábado. ALEX PIÑA

La triple invasión de Vetusta

Adultos, mayores de 70 años y personas dependientes recobran el contacto con las calles de Oviedo tras 48 días de confinamiento

SANDRA S. FERRERÍA / JUAN CARLOS ABAD

OVIEDO.

Domingo, 3 de mayo 2020, 03:11

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El primer día de desconfinamiento por franjas de edad se vivió con normalidad en el centro de la ciudad, tanto en el Campo de San Francisco como en la plaza de la Catedral. También en los barrios donde las habituales colas para guardar la distancia social sí que aumentaron su tamaño con respecto a los días laborables. En las parroquias de menos de 5.000 habitantes, donde no hubo restricciones al movimiento, tampoco hubo incidentes aunque desde las fuerzas de Seguridad se insistió en que «se van a a seguir proponiendo sanciones si comprobamos comportamientos contra el decreto del estado de alarma». A primera hora, con los deportistas abarrotando los grandes parques de la periferia, hubo quien compaginó escapada con su mascota. Juvell Barraez, de 43 años y vecino de la calle Jovellanos, escogió los alrededores de la plaza de la Catedral para pasear con su perro 'Polar'. «Salimos a las 9 y estaremos unos veinte minutos», explicó. A esa hora percibió «mucho movimiento, más que otros días, sobre todo de gente de 50 y 60 años» que hasta ahora no podían salir de sus casas. No obstante, Barraez celebró estas franjas horarias y que todos en algún momento del día puedan pisar la calle. «Psicológicamente beneficia y ayuda», indicó.

A la misma hora, en el Campo de San Francisco, Carmen García percibía con asombro que «no creo que se hayan entendido muy bien las normas para salir y es posible que se las salte». «Yo vengo a la misma hora que siempre a pasear a 'Pincho' y ahora hay mucha gente», explicó.

A las diez, mientras los deportistas y adultos más rezagados se dirigían a sus domicilios, comenzó el turno de los mayores de 70 años y personas dependientes. El Campo de San Francisco se vació como por arte de magia a la espera de los que más ansiaban un día como el de ayer.

Como Nicanor y María Suárez Muñiz. Él, invidente y superviviente de un cáncer, ayer «disfrutó del paseo tras más de cuarenta días en casa». «Espero que el sacrificio que estamos haciendo valga la pena, nosotros nos esforzamos para que todos estén bien», relató ella al explicar que vive con su hermano y que ha cumplido el estricto confinamiento saliendo un solo día a la semana a hacer la compra para evitar situaciones de riesgo. «Hay que ser generosos con los demás. Estamos expectantes, la situación es como de calma tensa porque estamos deseando que todo el mundo se comporte correctamente por todos los demás», añadió esperando «abrazar pronto» a amigos y familiares.

«A menos cinco en el portal»

Los más mayores de la casa también quisieron disfrutar del primer sol de mayo. «A menos cinco ya estaba en el portal esperando para salir», exclamó Dolores Avella, de 77 años, que ya no aguantaba más el estricto confinamiento. «Lo necesitaba para la salud, tenía el cuerpo entumecido aunque andaba algo por casa», indicó. De momento, ayer solo paseó «un ratín para entrenar un poco». Ella está acostumbrada a salir todas las mañanas a misa y por las tardes a pasear, aunque de momento no queda otra que conformarse con esto.

Beatriz Herrero, de 85 años, vive con su hija Carmela Fernández en La Lila. «Caminé todos los días seis kilómetros en casa» pero el pasillo no ofrece todos los beneficios de El Antiguo, «es lo que más echo de menos». Ataviada con guantes y mascarilla, igual que su hija, disfrutó de la soleada mañana ovetense tras un encierro desde el día 13 de marzo. «La mascarilla me da calor pero hay que aguantarse», reconoce.

De igual manera, Luis Suárez, de 74 años, reconocía que tras mes y medio largo sin pisar la calle, el habitual paseo por El Bombé costó. «Solemos dar ocho vueltas y a la primera ya me he tenido que sentar».

Quienes no pararon fueron los más pequeños, que volvieron a tomar las calles con el mediodía. Jesús Jiménez también paseó por el casco histórico con sus tres hijas: Ada, de 2 años; Elena, de 4; y Dafne, de 9. «Es el tercer día que salen», indicó el padre, ya que la numerosa familia tiene terraza en casa y no ve necesario salir de continuo. Además, tienen la ventaja de ser tres hermanas, así que «se aburren menos que si son solo uno».

Por su parte, José Sánchez salió con su hijo Teo, de 8 años, uno en skate y otro en patinete. «Lo que más echo de menos son los amigos», indicó el niño. Ayer decidieron salir del barrio por primera vez, siempre dentro del radio de un kilómetro. «Siempre salimos antes de comer cuando da más el sol para que le dé la luz al crío», apuntó su padre.

El Campo fue, de nuevo, velódromo y campos de fútbol y voley improvisados. Miriam Trobajo aprovechó la mañana para dar unos toques al balón con la compañía de su madre.

«Juego al voley y hemos ido a comprar y luego a entrenar un poco para no perder el hábito». Más pequeños, Pedro y Pablo Vega, enfundados en sendas camisetas azules, de Golden State y del Real Oviedo, se animaban con el balón. «Del colegio echan de menos a sus amigos», apuntó su padre. Ese será el siguiente paso.

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