Elena Cuervo, abogada: «El mejor momento para decidir sobre tu mascota en caso de ruptura es cuando la pareja aún funciona»
La abogada Elena Cuervo da las claves que toda pareja con mascotas en común debería tener en cuenta por si llega el momento de la separación
No voy a esconder que soy amante de los animales. El mío no es un amor genérico a toda especie y ser. Me pasa con los animales como con los humanos, solo algunos me enamoran y ni que decir tiene que no a todos me los llevaría a mi casa. Pero cuando sucede, cuando se produce esa conexión, es muy bonito, muy auténtico y no quieres que nunca se acabe.
También tengo muchos amigos, alumnos, clientes y familiares amantes de los animales. Coinciden en que querer a tu mascota no se parece a ninguna otra cosa, pero tiene un poco de muchas. Es un poquito de lo que supone querer a un hijo pero pudiendo dejarlo en casa de vez en cuando y sin llevarlo al cole. Es otro poquito de una amistad auténtica pero donde solo tu le cuentas tu vida y el otro escucha atento sin interrumpirte ni quejarse. Pero también es una preocupación, cuando se enferma, no puedes llevártelo de viaje o su comportamiento no es perfecto...
Yo añadiría otra cuestión: tener una mascota es una responsabilidad. Y no lo es porque lo que tú puedas sentir, sino que la ley toma en cuenta que los animales son seres sintientes y al partir de esta base muchas cosas han cambiado.
Una de ellas es que en los procedimientos de divorcio además de hablar de la custodia de los hijos, el uso de la vivienda familiar o las pensiones, cuando hay mascotas también hay que decidir con quién van a vivir y de qué forma hay que repartir los gastos.
Ya lo estamos haciendo desde hace tiempo y precisamente por eso me permito dar estos consejos que debería tener en cuenta toda pareja que tenga mascotas en común:
1.El hecho de que el animal esté inscrito en el registro a nombre de uno de los dos miembros de la pareja no es determinante. Perfectamente se pueden repartir los tiempos entre los dos si el animal convivía con ambos. Así que no hay que pensar que con justificar la titularidad podemos privar al otro de cualquier contacto después de romper la relación.
2.El mejor momento para decidir qué va a pasar con la mascota en caso de ruptura es cuando aún funciona la pareja y no se vislumbra el final de la relación. Y no, no tiene por qué ser algo triste que haya que ver de forma negativa. Se le puede dar la vuelta. Lo importante es pararse a pensar y ponerlo por escrito. El planteamiento no tiene por qué ser «si rompemos lo que va a pasar es esto...». Se puede hacer en positivo: «mientras viva nuestra mascota los dos nos comprometemos a que pase lo que pase ambos cuidaremos de ella, compartiremos nuestro tiempo por mitad, tomaremos de común acuerdo las decisiones veterinarias y asumiremos los gastos en proporción a nuestros ingresos». Es solo un ejemplo. Me gusta llamarlo contrato de corresponsabilidad y ya he hablado de ello con detalle en otras ocasiones. He de decir que, excepcionalmente, también he visto alguno en el que los dos miembros de la pareja estaban de acuerdo en que solamente uno de ellos asumiera los cuidados y gastos... porque lo importante es ponerse de acuerdo pensando en el bienestar del animal, no se trata de obligar a nadie.
3.Si no se ha puesto por escrito la forma en que se va a organizar el cuidado de las mascotas comunes, será un punto a resolver durante la ruptura, si es que se produce. Si hay un divorcio esto formará parte del contenido del convenio o sentencia. Pero no es la única opción posible. Otras veces hay una mascota en común y no hay un procedimiento judicial de ruptura como, por ejemplo, una pareja que no está casada y tampoco tiene hijos. En tal caso recomendamos llegar a un acuerdo y ponerlo por escrito, aunque sea en un documento privado.
4.Hay que pensar en lo que es mejor para las mascotas, porque no todas son iguales. Pongamos el ejemplo más habitual: gatos y perros. Los perros, mucho más sociables y viajeros, bien pueden repartir su tiempo con uno y con otro. Sin embargo los gatos, al menos muchos de ellos, se estresan si les hacemos cambiar de domicilio, por lo que moverlos constantemente no les beneficia. Ahora bien, tampoco funciona establecer visitas que un ex pueda hacer en la vivienda del otro para pasar un rato con los gatos. Esto, además de no añadir una gran ventaja al sentimiento felino, suele degenerar en discusiones y disputas aprovechando la incursión doméstica. Por tanto, hay que tener en cuenta el tipo de mascota y, si hay que compartir tiempos, hacer lo posible por minimizar los encuentros entre los dueños.
5.Cuando hay hijos en común también hay que pensar en qué es lo mejor para ellos pero hay que ser práctico y por encima de todo plantear soluciones fáciles de cumplir y que no generen constantes discusiones.
Sé que todo lo dicho puede sonarle excesivo a algunas personas. Es un tema que genera mucha polaridad pero es una realidad de hecho y de derecho. Nadie está obligado a tener una mascota. La elección es libre. Pero una vez la tienes, como empecé diciendo, hay una gran responsabilidad, que sin duda se ve recompensada con creces la mayor parte de las veces.