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En tiempo récord hemos pasado del riesgo de entrar en descenso a separarnos ocho puntos del averno. Un colchón generado en solo dos partidos con ... el que nadie contaba. ¡Sorprendente! Acostumbrados como estamos a sufrir, nos frotamos aún los ojos con esas dos victorias consecutivas del arranque de la 'era Garitano', que ha llegado con una hermosa flor debajo del brazo. Quién lo hubiera predicho ateniéndonos a las sensaciones del equipo, sumido en el gafe, y a sus primeras palabras: «Vamos a sufrir». Su aspecto discreto, rayano en la timidez, tampoco invitaba a mucho más que eso: al logro final de la salvación al término de ocho jornadas de infarto; y gracias. Pasaron solo dos y nos vemos ya casi liberados de los azufres del descenso, que olfateamos estos días como un aroma repentinamente lejano.
¿Qué ha hecho Garitano? La fórmula del guipuzcoano parece sencilla. Apretar líneas, ser algo más conservador en el dibujo, el manido pero resultón 4-2-3-1, y colocar a los jugadores en su sitio (la excepción sigue siendo Otero, que lleva un gol en jugada en 36 jornadas, cuando marcaba más de extremo). Esto en lo visible desde la grada. Luego está lo invisible: el vestuario, donde Asier Garitano parece haber entrado con buen pie tras un período final de Rubén Albés marcado, parece ser, por la tensión. La suerte, la flor, es el último, y trascendental, aspecto a colocar en la balanza, aunque cuando se tira de coherencia esta se manifiesta con mayor facilidad. Y cuando los árbitros te devuelven lo que te quitaron otras jornadas empiezas a entender esos cinco goles en dos partidos y los seis puntazos. Vamos con viento a favor, el 14, con 47 puntos, mientras el Eldense está el 19 con 39. Se presenta un tramo final amable. Pero nunca es bueno relajarse. Hagamos en Cádiz buena la racha para sellar la permanencia con esos 50 puntos de referencia. Tenemos enfrente al jugador más talentoso de la categoría, Ontiveros. Le opondremos el estado de gracia de Gelabert junto al incombustible Dubasin. Y a ver quién sale mejor parado. En los banquillos será un Garitano contra Garitano; Gaizka contra Asier; vizcaíno contra guipuche.
Caso de venirnos arriba, ganándolo todo llegaríamos a los 65 puntos y la sexta plaza tiene pinta de estar pelín más cara este año. Lástima de esa mala racha (y arbitrajes y tarjetas) demasiado larga. Eso sí que sería un milagro a la vergaresa, pues de ahí viene nuestro míster.
Si pensamos en el verano, enseguida nos dará dolor de cabeza. Lo suyo sería acelerar renovaciones (Nacho Méndez, Campuzano, Olaetxea), ampliar el contrato a Yáñez, adquirir a Gelabert y Dubasin en propiedad y fichar tres centrales y un delantero centro. Sin embargo, empezaremos el verano, tiene toda la pinta, con la venta de Guille Rosas al Rayo a precio de saldo tropezando en la misma piedra. Y si no, al tiempo. Ahora, entretanto, concentración. Una alegría en Cádiz nos permitiría planificar ya la enésima tentativa en el infierno de Segunda. Imposible olvidar aquel gran Sporting que venció, en Segunda, 1-5 en la Tacita de Plata. Fue el 27 de febrero de 1977, hace casi medio siglo. Y marcaron Ferrero (2), Morán, Ciriaco y Abel. Esta fue la alineación: Castro, Redondo, Maceda, Núñez, Killer; José Manuel, Joaquín, Ciriaco; Morán, Quini y Ferrero (luego entraron Valdés y Abel. Aquel año subimos de calle. Al siguiente quedamos quintos y al otro casi ganamos la Liga. ¡Qué tiempos!
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