El conductor del autocar del Sporting de Gijón se jubila tras cinco años y 500.000 kilómetros a su espalda
Mariano González, que ha conocido a siete entrenadores, escribe esta semana el punto final de su trayectoria como conductor del vehículo oficial del Sporting
Se toma unos segundos. «¿Qué cuantos entrenadores he conocido? ¡Uff! Entrenadores…». Medita la respuesta. «He vivido de todo como conductor del autocar del Sporting. Momentos muy buenos y otros que parecía esto un funeral. Pero creo que he conocido a siete entrenadores en estos cinco años», añade con ese aire de normalidad propio Mariano González Rodríguez, que ofrece una conversación fluida con el entrevistador en el interior del vehículo, serigrafiado con el escudo del club rojiblanco y el nombre de Grupo Orlegi en letras grandes, estacionado en las instalaciones de ALSA, a unos pocos metros de su homólogo del Real Oviedo, mientras apura las últimas horas como conductor profesional. «Fue una oportunidad que me dio la empresa y el Sporting. Y yo, encantado porque ha sido una experiencia muy bonita, aunque, en algunos momentos, por ejemplo cuando andas 2.000 kilómetros, con los gastos que ello conlleva, y pierdes, te decepciona».
Mariano escribe esta semana el punto final de su trayectoria como conductor del autocar rojiblanco –hasta hace diez años se desenvolvía laboralmente como comercial– sin conocer aún a su sucesor. «Un compañero no pudo ir a La Coruña, donde comenzaba la Liga. Y, de repente, me llamaron a mí. Me preguntaron que si podía ir con ellos. Y lo hice», dice. «Tardaron un año en saber que era de Oviedo», bromea sentado en uno de los cuatro asientos que cuentan con mesa –donde se juega a las cartas o la consola–, con el escudo del Sporting grabado. Ahora toca el adiós, que se plasmará de forma inmediata. Deja, a su manera, el fútbol a los 63 años, recién terminada su quinta temporada rojiblanca y con cerca de 500.000 kilómetros a su espalda –con la actual máquina acumula 150.000–. No será el único adiós ya que la empresa tiene previsto jubilar el vehículo la próxima temporada cuando el historial de 'vida' apenas marca el millón de kilómetros. Tiene 39 asientos, 540 caballos y un precio superior a los 500.000 euros.
No llora, sino habla con satisfacción de su experiencia, de los técnicos que ha conocido, de los futbolistas con los que ha compartido alegrías y tristezas… Habituado a compartir muchas horas con ellos, mantiene viva la llama de su sportinguismo porque él para, se detiene ahora, pero no así el equipo.
«MAR, un tío muymajete»
Su 'jefe' en el autocar siempre ha sido Cotelo –«una buena persona»–, con quien más palabras ha compartido ha sido con el utillero Jorge Luis –«siempre estamos los dos discutiendo, peleándonos, picándonos…, pero nos queremos mucho»–, ha vivido mil experiencias con hasta siete entrenadores diferentes –Miroslav Dukic, David Gallego, José Luis Martí, Abelardo, Miguel Ángel Ramírez, Rubén Albés y Asier Garitano–, pero, si se tiene que quedar con uno, ese es MAR: «Seguimos hablando en ocasiones. Encajamos muy bien. Es un tío muy cachondo, majete, llano…».
Se puede decir que a Mariano le apasiona ahora el fútbol. «Lo que pasa es que cogí mucha afición ahora con el Sporting. Aprendí mucho de fútbol porque, hasta que fui conductor del autocar del club, no tenía ni idea», explica pese a la rutina y el orden que le impone su propio trabajo. «He vivido muchísimos partidos. Imagínese, tantos años… Y dejo aquí muy buenos amigos. Porque nunca he tenido ningún problema aquí con nadie», dice quien se ha ganado el respeto desde la dedicación.
Es cierto que aquellos maratones por las carreteras quedaron atrás para las expediciones sportinguistas hace ya bastante tiempo. Las penurias económicas no hacían amigos y los desplazamientos sufrían sus desencuentros. Menos avión y más asfalto. Pero aquello ya es parte de la historia. Aunque, de vez en cuando, toca carretera. «El problema es que no tenemos vuelos a Zaragoza, Huesca, La Coruña… Eso hay que hacerlo todo en autocar. Y van conmigo».
«Si ellos están, yo estoy»
«Yo, en los viajes largos, salgo el viernes con todo el utillaje –«facturarlo todo en avión es carísimo»–, los recojo en los aeropuertos, los llevo a entrenar o directamente a los hoteles, convivo con ellos, como con ellos, duermo en el mismo establecimientos que ellos… Si ellos están, yo estoy con ellos», comparte Mariano, una persona capaz de hacer de todo y, a poder ser, todo bien porque estos cinco años le han dado para muchas cosas y, a su manera, es una parte indispensable de este bendito Sporting.
«¿Con quién he tenido más relación? Entre los jugadores, Djuka, Lo que pasa es que es una persona en el campo y otra bien diferente fuera. Es encantador. También Zarfino, Izquierdoz… Y, bueno, qué voy a contarle de Cote. Es lo que se ve», añade Mariano, que siempre ha creído que ha hecho lo correcto, lo que su mente y su corazón le han dicho que tenía que hacer.
Mariano, cuando no está a los mandos de la nave rojiblanca, no para. Hace líneas, colegios… Pero el autocar no se mueve. «Se queda aquí, no se utiliza para más cosas. Solo para el equipo», asegura. Cada dos semanas es revisado de arriba a abajo. «No puede fallar. Imagínese que vamos a un partido y se avería... Afortunadamente es un modelo muy fiable», prosigue el conductor, quien reconoce que existen reglas. El cuerpo técnico y directivos, delante, y los jugadores al fondo. En la última fila, habitualmente, Guille Rosas a un lado y Djuka, cuando militaba aún en el Sporting, al otro. «Los nuevos esperan a que se siente todo el mundo antes de hacerlo ellos», puntualiza el conductor, que reconoce un punto de fricción entre sus usuarios: «Nunca se ponen de acuerdo con el aire acondicionado. 'Mariano, Mariano, el aire'. Pero, después, los de atrás, encantados y los de delante, helados», explica quien ha tenido grandes conversaciones en esos viajes, intercambiando historias e ideas sobre fútbol.
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