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Adiós a Javier Dorado, exjugador del Sporting de Gijón
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Adiós a Javier Dorado, exjugador del Sporting de Gijón
«Miraba más por los demás que por sí mismo»Pocos legados más reconfortantes puede dejar una persona entre sus seres queridos, más allá del ámbito profesional en el que se haya desempeñado, que el ... recuerdo unánime y destacado por encima del resto de haber sido muy buena gente. Con ese calificativo se marchó ayer Javier Dorado (Talavera de la Reina, 1977), que llegó humilde al Sporting de Gijón como campeón de la Champions con el Real Madrid, se fue para reparar con su venta la situación económica del club y por el medio lo jugó todo, se comió la banda izquierda de El Molinón y dejó una huella imborrable en sus compañeros, tanto en los veteranos como en los cachorros de Mareo, igual de afable era el trato con todos.
El canterano salido de la 'Fábrica' que se codeó con Fernando Hierro, Raúl González, Roberto Carlos, Fernando Redondo y Clarence Seedorf, entre muchos otros, que tocó la gloria tras ganar la mayor competición de clubes del mundo y que llegó cedido al Sporting en 2001 para ser uno más desde el primer día falleció ayer después de años tratándose de una leucemia que ha acabado llevándoselo demasiado pronto.
De Javier Dorado se pueden destacar muchas cualidades deportivas. Jugó todo con Pepe Acebal, hizo lo mismo con Marcelino García Toral y repitió con Ciriaco Cano, dueño durante cuatro años de la banda izquierda del Sporting, club que ayer envió un sentido pésame por su fallecimiento. Pero también dejó una huella profunda entre quienes compartieron vestuario con él. «Miraba más por los demás que por sí mismo. Era un futbolista muy comprometido que daba siempre lo máximo, pero muy solidario», recuerda apenado su excompañero Roberto Fernández 'Gatu'.
Se formó en el Real Madrid, pero como tantos en la 'Fábrica' tuvo que hacer carrera fuera. Primero fue el Salamanca, para llegar luego al Sporting. Su buena temporada le llevó al Rayo Vallecano, saltando de nuevo a Primera, una aventura que no salió como se esperaba. Regresó a Gijón para volver a ser el dueño de la banda izquierda de El Molinón y lo fue durante tres años más, una etapa en la que dejó una profunda huella emocional y deportiva en todo el que tuvo la oportunidad de tratarlo. Lo resume su excompañero Miguel López-Cedrón en una frase que también resuena en el Mallorca y el Atlético Baleares, los dos equipos en los que jugó después de su paso por Gijón. «Nadie tendrá una mala palabra de él».
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