Borja Jiménez: el triunfo de la «tranquilidad» del entrenador del Sporting de Gijón
El 'abecé' del técnico del Sporting de Gijón en estos siete días: mensaje de paciencia, descarga de presión al vestuario, aprovechar el legado de Garitano y los 'plazos' para luchar por el ascenso
Borja Jiménez cumple hoy una semana exacta de su llegada a Gijón y al Sporting, que se ha visto bendecido por ese triunfo ... revitalizante y descamisado que lideró el abulense ante el Racing de Santander. Siete días en los que ha vivido prácticamente repartido entre Mareo, su domicilio y, también, el de Álex Martínez, su segundo. Desde que se asociaran en 2017, en el banquillo del Rápido de Bouzas, los dos mantienen la costumbre de vivir cerca uno del otro para poder reunirse en cualquier momento.
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Amable, cercano, bromista, adaptable al día a día del Sporting –está aceptando las dinámicas existentes– y, sobre todo, tranquilo. Son las percepciones que brotan desde el vestuario y desde el club para ilustrar la figura del técnico. «Tranquilidad», por ejemplo, es un sustantivo que se emplea mucho estos días en Mareo para entender de qué forma el abulense está tratando de desactivar la crisis, poniendo en valor, además, el legado de Asier Garitano. Algo nada frecuente tras la llegada de un nuevo entrenador, que acostumbra a marcar terreno. «El equipo traía una buena base de trabajo de Asier», resaltó Jiménez tras el triunfo. Su valoración interna ha sido similar.
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El entrenador rojiblanco está siendo una válvula de escape por la que liberar el alto nivel de presión que detectó en sus futbolistas a su llegada al vestuario. El domingo, tras ganar al Racing, reconoció que se había encontrado un grupo de jugadores que se sentían «responsables» por la destitución de Asier Garitano. Uno de sus primeros mensajes a la plantilla, de hecho, fue que podían sentirse tristes durante unas horas, pero, ya a partir del entrenamiento del miércoles (el primero que dirigió), tenían que resetear y pasar página.
Jiménez, junto a Álex Martínez y David de Dios, se reunió durante los primeros días con los jugadores de forma grupal e individual. Les sometió al análisis de las ocho primeras jornadas, haciendo hincapié en que tuvieron momentos de buen fútbol. Como punto de partida reforzó los comportamientos positivos, que también los hubo, y estuvo muy pendiente de los Jordy Caicedo, Dani Queipo y Loum, que vienen de pasar malos tragos en este inicio. A nivel competitivo les pidió más fútbol en el inicio del juego, más ratos con balón y una puesta en escena con las líneas avanzadas.
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La forma de encarar el objetivo del ascenso también contribuyó a esa distensión, para la que está sembrando con pequeños detalles internos como el juego de 'la ruleta' en el que están embarcados el cuerpo técnico y el resto del 'staff'. El contrato hasta 2027, insisten distintas fuentes consultadas, es sintomático. El proyecto se está reconstruyendo sobre la visión de Borja Jiménez, quien ha pedido calma a su plantilla y subrayado que la Liga va a dar muchas vueltas todavía. La meta general con la que se trabaja es que, en estos 18 meses que tiene de contrato, el Sporting debe llegar a estar a un partido de subir a Primera como culmen. No obstante, el técnico muestra confianza en que este año pueden suceder aún muchas cosas. Para ello, hay que llegar al último mes y medio de competición cerca del 'play off'.
Con el resto de estamentos del Sporting también ha trabado ya relación. El viernes compartió un pincheo con trabajadores del club, aprovechando para conocerlos, dando gracias por cómo le habían acogido y haciéndose responsable de la situación, que iba a tratar de voltear. Nada más concluir ese encuentro se fue a ver el amistoso que el Juvenil A del Sporting disputaba contra su homólogo de la Real Sociedad.
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A Gijón ha llegado de momento sin su mujer, que trabaja fuera, pero que ya pudo verle el domingo en El Molinón. Jiménez, que acostumbra a acostarse pronto para exprimir el día desde primera hora, ha sacado un poco de tiempo para conocer algo de la ciudad. El sábado, por ejemplo, comió en un restaurante céntrico del que tuvo conocimiento por Marcelino y, también, por Ramírez. Y ya el domingo, después del triunfo, descargó la adrenalina del partido paseando por el entorno de 'Las Letronas'.
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