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Adolfo Fernández y Belén Cabal observan cómo la bióloga Raquel Díaz realiza un prueba en el laboratorio del Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología (CINN) . JUAN CARLOS ROMÁN
El reto de lograr superficies que reducen o anulan el tiempo de supervivencia del virus
CINN-CSIC

El reto de lograr superficies que reducen o anulan el tiempo de supervivencia del virus

Adolfo Fernández y Belén Cabal, investigadores del CINN-CSIC: «Se evitaría el contagio y la proliferación de la enfermedad y serían posibles medidas de contención y prevención frente a rebrotes»

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Domingo, 14 de junio 2020, 18:09

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Un equipo de químicos, biólogos y médicos son los encargados en el CINN (Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología) del desarrollo de un proyecto que busca, como medida preventiva para limitar la propagación del virus SARS-CoV-2, desarrollar superficies antimicrobianas que sean capaces de eliminar o reducir «de forma significativa la carga viral sobre ellas». De ello se encargan Adolfo Fernández, Belén Cabal y Raquel Díaz en el centro de El Entrego, con la colaboración de virólogos en la Universidad CEU San Pablo (liderados por Estanislao Nista) y en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York (Adolfo García).

Basados en varios estudios científicos que certifican que este SARS-CoV-2 puede permanecer activo en algunas superficies, los investigadores asturianos se encargan de estudiar esos materiales antimicriobianos capaces de actuar frente a virus «estructuralmente similares» al coronavirus. «Como agentes activos se evaluarán una serie de novedosos antimicrobianos inorgánicos basados en vidrios/vitrocristalinos con alto contenido en óxido de calcio u óxido de zinc y/o nanopartículas soportadas de plata y cobre. Y se estudiarán diferentes estrategias tecnológicas que permitan desarrollar recubrimientos sobre materiales de diferentes tipos: cerámicos, poliméricos y metálicos», explica Adolfo Fernández.

Y experiencia no les falta porque llevan más de 10 años centrados en el desarrollo de ese tipo de materiales inorgánicos, lo que les ha permitido desarrollar cinco patentes (tres de ellas en explotación) y publicar más de 30 artículos en revistas científicas. Aseguran que las primeras evaluaciones llevadas a cabo por el CEU San Pablo «han dado resultados muy positivos» y esos primeros estudios permitirán «optimizar las composiciones de los materiales» para diseñar uno de máxima eficacia frente al virus.

Ahora bien. Una vez que se encuentren esos materiales antivirales, ¿dónde se aplicarán? Sobre aquellas superficies, aseguran, con las que existe un mayor contacto como puede ser los pomos de las puertas, los reposabrazos, los mostradores, las paredes de hospital o los baños. Pero para ello también se evaluará cómo aplicarlo: vía pintura que contenga el aditivo antiviral o mediante técnicas de proyección. Resumiendo, se trataría de lograr superficies capaces de reducir el tiempo de supervivencia del virus o, incluso, inactivarlo. «De esta forma evitaríamos el contagio y la proliferación de la enfermedad y sería una posible medida adicional de contención y de prevención frente a la posibilidad de rebrotes futuros del virus», aseveran.

Ciencia y conocimiento

«La ciencia es la vía más importante de acceso al conocimiento y la generación de nuevos conocimientos es fundamental para responder a las necesidades de la sociedad y a los desafíos mundiales como el actual. Para ello se necesita no solo inversión en I+D+i sino también instrumentos eficaces para que ese conocimiento llegue a los ciudadanos en forma de nuevos productos y procesos». Esta es la premisa que los investigadores del CINN comparten con el resto, y también que ese dinero destinado a I+D «es una inversión y no un gasto».

Ello queda de manifiesto ante una pandemia que se ha convertido en uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la sociedad y el mundo científico. En este contexto, se valora sobremanera que se haya incrementado la financiación destinada a la investigación para intentar dar una solución a la problemática mundial, pero se pide que no sea una medida «extraordinaria, aislada y temporal, sino que debería promoverse e incluirse en los planes de inversión. Invertir en ciencia es invertir en futuro, ya que es fundamental para el desarrollo económico y el progreso social».

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