«El sector privado no es capaz de absorber la investigación que se hace desde lo público»
«Necesitamos programas que desarrollen la mentalidad científica en las empresas. Que empiecen a entender qué significa invertir en I+D»
Doctor en Economía, catedrático de Economía Aplicada, presidente de la Asociación Española de Ciencia Regional y director de la Cátedra para la innovación en Asturias. ... Este es un pequeño extracto del currículo de Fernando Rubiera (Oviedo, 1972) que le convierte en una de las voces más autorizadas de la región para hablar de ecosistemas científicos e innovadores, de inversión y de la necesidad de «buscar políticas que estimulen la conexión entre lo público y lo privado».
-Empecemos por lo básico. Estado de la cuestión: ¿cómo está Asturias en innovación?
-No estamos tan mal como se piensa. El problema es que Asturias gasta una cantidad de dinero que aún es pequeña para lo que podría gastar, pero se está corrigiendo. Va lentamente, pero va. No obstante estamos extraordinariamente bien, por encima de la media española y europea en términos científicos y de personal formado para hacer innovación. Somos una región pequeña, capaz de hacer ciencia y hacerla muy bien. Lo uno compensa lo otro.
-¿El problema es únicamente la financiación?
-No. El problema, que es de casi toda España, está más bien en que el sector privado no es capaz de absorber la investigación que se hace desde lo público y transformarla en desarrollos tecnológicos que luego puedas vender y convertir en productos, o que sirvan para incrementar la productividad y ganar competitividad.
-Más presupuesto y que el sector privado se ponga las pilas.
-(Risas). Lo que se necesita es buscar y diseñar políticas que estimulen la conexión entre lo público y lo privado para que sean más permeables los avances que se hacen en el primero y evitar también que tengamos un sistema innovador que innova y crea cosas que la región no tiene capacidad de absorber.
-¿Alguna sugerencia para esas políticas?
-Tienen que ser fórmulas innovadoras propias, estrategias que permitan que la investigación que se hace aquí cale en el sistema productivo de la región.
-¿Cómo lo hacemos?
-Diseñando políticas eficaces que sean un estímulo para ambas partes. En el ámbito público, la carrera de los investigadores no depende para nada de que las empresas aprovechen su trabajo, sino del nombre que se puedan hacer en el contexto científico por un descubrimiento. Y si luego ese descubrimiento se puede aplicar en EE UU le da igual. López Otín es él por lo que ha hecho, no por quién lo aprovecha.
-¿Y en el privado?
-Necesitamos programas específicos que desarrollen la mentalidad científica en las empresas, incluso en la región, entre la población. Que empiecen a entender qué significa invertir en I+D. Que te gastas mucho dinero en líneas de investigación que a lo mejor no van a ningún sitio y desarrollas un gran volumen de actividad del que solo unas pocas cosas funcionan. Pero para que lo hagan y repercutan positivamente en la región tiene que haber empresarios y empresas que estén conectados con ello y detecten que esto puede servir para algo, porque el científico no tiene capacidad de negocio.
-Parece que hay un cierto despertar y hemos pasado de dos a doce centros de I+D en Asturias. ¿Hay ya previsión de impacto?
-Hay que tener un poco de paciencia. Habrá dos problemas, uno que funcionará a corto y medio plazo, y otro que esa I+D generará sectores económicos con un volumen de producción muy grande, muy ricos en términos de valor añadido, pero que no generan tanto empleo. Todavía se piensa que la región está en declive porque se están muriendo sectores que generaban una barbaridad de empleo y vamos a un sistema productivo de microempresas con poquito empleo. Empresas que cuando triunfan se van a Madrid o Barcelona. Y esas son las cosas contra las que tenemos que pelear.
-¿Haciendo qué?
-Creando un ecosistema muy favorable a una empresa que tenga en su ADN la innovación. Y hacerlo implica disponer de fondos, y de políticas rompedoras e innovadoras que establezcan conexión entre los fondos públicos y la acción privada. Pero también tener una población muy culta en términos científicos, que valore mucho a la ciencia y a los científicos. Y cuando eso ocurre se convierte en un lugar de éxito tipo Harvard, donde el éxito no es solo de la universidad, sino de la colectividad que reconoce y entiende y valora el papel de la ciencia.
Jóvenes preparados
-Tenemos grandes hándicaps. Uno el envejecimiento de la población.
-Estamos en un punto de inflexión. El envejecimiento de Asturias es el reflejo del éxito de las políticas públicas y el fracaso del sector privado. Parece que le estoy dando caña siempre, pero lo que ha pasado es que reaccionamos ante el declive industrial poniendo en marcha un esfuerzo inversor en educación extraordinario. Como resultado tenemos unas nuevas generaciones que están increíblemente formadas, pero en una región que no les da trabajo, que no ha ido al ritmo que han ido formándose esas generaciones. Tenemos gente entre 20 y 30 años con unas capacidades extraordinarias, pero en una región que no les da empleo. Y se nos marchan los jóvenes.
-Pero estamos en puestos de cabeza en cuanto a peso del empleo en los sectores tecnológicos. ¿Cómo se explica que con ese ranking no tengamos unos resultados acordes?
-Se va traduciendo lentamente porque esa es la base de la recuperación. Pero lo que hemos detectado desde la cátedra es que las estadísticas están mal y se infracuantifica Asturias. Estamos en una región pequeña y la mayor parte de las estadísticas de I+D están diseñadas para que sean representativas a nivel país o de grandes regiones.
-Vamos, que la estimación para Madrid o Barcelona no se equivoca.
-No. Ahí no se equivocan. Pero en Asturias sí, y ahora sabemos que hay mucha más I+D aquí que la que refleja el INE o Eurostat. Hay un ecosistema mucho más potente que el que reflejan los datos oficiales que se irá afinando.
-¿Qué está fallando?
-Por un lado, nuestro crecimiento. Somos pequeños, como un barrio de Madrid. Y, por otro, por lo que llamamos 'efecto sede'. Hay varias empresas con divisiones importantes que hacen I+D en Asturias y computa en Madrid o Barcelona donde tienen la sede. Eso es malo, porque al final las expectativas es que esta no es una región en la que se invierta mucho en I+D y no es verdad. Esta es una comunidad con gran potencial, gran formación y bastante inversión para su tamaño.
-¿Y eso es muy preocupante?
-Me preocupa estadísticamente, porque lo que me interesa es que el ecosistema científico esté aquí, que los científicos estén aquí y que las interconexiones estén aquí y puedan surgir desde aquí.
-¿Sería bueno mirar hacia algún sistema innovador?
-Deberíamos ser capaces de crear el nuestro propio, porque lo que funciona en otros sitios no tiene por qué funcionar aquí. Uno de los errores más grandes que se cometió hace años en Asturias fue copiar el plan de I+D que se hacía en Massachusetts. Allí están Harvard y el MIT y alguien dijo ¡vamos a copiarlo! Fue un desastre total.
-Pero siempre es bueno ver lo que se hace cerca. Si no para copiar, sí para inspirarse, ¿no?
-Tenemos muy cerca uno que es muy interesante, el País Vasco. Es cierto que tienen más recursos que nosotros y que muchas veces el dinero crea los caminos, pero tienen un sistema científico muy interesante. Y tampoco está mal mirar hacia La Coruña que está teniendo un proceso de explosión en torno a Inditex, en el entorno textil que se está extendiendo a otros campos. Se mueven rápido a este y oeste. No nos podemos quedar atrás.
-¿Ve alguna especialización interesante para Asturias?
-La del acero, por supuesto. Puede que nos convirtamos en el productor global más importante de acero verde con hidrógeno. Si eso funciona, nos da una seguridad y tranquilidad a la región de 30 o 40 años más con la empresa que más producción y empleo da. Y luego está la producción de quesos, que puede parecer no tan innovador, pero presenta unas posibilidades increíbles, desde el proceso de producción al de venta, vinculando la imagen de marca a Asturias.
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