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Estudiantes del seminario de Oviedo sacan el féretro de Santiago Lorido del santuario de Nuestra Señora de Cébrano tras el funeral. :: PAÑEDA
Asturias

Sanz Montes despide a «un joven sacerdote que ahora será eterno»

Multitudinario funeral por Santiago Lorido, el único cura ordenado este año en Asturias, que falleció el miércoles a los 35 años

RAQUEL RODRÍGUEZ

Viernes, 31 de agosto 2012, 02:23

El santuario de Nuestra Señora de Cébrano en Teverga se quedó ayer muy pequeño para los cientos de familiares, amigos y vecinos que quisieron darle su último adiós a Santiago Lorido, de 35 años, el único cura ordenado este año en Asturias. El funeral fue oficiado por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y reunió a casi medio centenar de párrocos de todo el Principado. El féretro entró en el santuario portado por los estudiantes del Seminario de Oviedo que hoy siguen los mismos pasos que en su día dio Santiago.

No había espacio suficiente en los bancos del templo y fueron muchos los que tuvieron que escuchar la homilía desde el exterior a través de los altavoces y bajo un orbayu incesante, en una mañana que se despertó especialmente gris en Teverga. Y es que Lorido no era solo querido y conocido entre los sectores eclesiásticos de la región, sino que también dejó una huella imborrable en su localidad natal, Terverga, y en la zona de Panes, donde pasó su último año.

Se recordaron ayer las interminables partidas de parchís a las que era muy aficionado y cómo supo, en los meses que pasó en la zona de las dos Peñamelleras, primero como diácono y luego ayudando en las tareas pastorales, conectar tanto con los jóvenes como con los más mayores del municipio. Había incluso entre los que se agolpaban a las puertas del templo algunos de los niños a los que Lorido preparó para su primera comunión hace unos meses. Por su parte, a los terverganos les venían a la cabeza sin cesar imágenes de ese niño, hijo único muy apegado a su madre, que siempre tuvo vocación pastoral y estaba convencido desde pequeño de que su futuro era ser cura. Ni unos ni otros podían explicarse cómo, de repente, estaban despidiéndose de él.

«Ordenarse, su día más feliz»

En la Iglesia asturiana Lorido era mucho más que su sacerdote más reciente. Era la esperanza, el ejemplo de que sigue habiendo vocación sacerdotal entre los jóvenes asturianos. Así lo expresaba el arzobispo, Jesús Sanz Montes, quien lamentó que, si nunca se entiende la muerte de una persona joven, «aún menos la de Santiago, en estos tiempos de precariedad vocacional en los que vivimos». Recordó su ordenación, hace apenas tres meses, el 27 de mayo, y la ilusión con la que afrontaba su nueva etapa ya como sacerdote: «Preparamos su ordenación contra viento y marea, y ese día fue el más feliz de su vida. Recordémosle así».

Todos ellos, Montes, el párroco de Teverga, Enrique Moro, y los compañeros de seminario de Lorido intentaron en vano aportar algo de alivio a su madre Consuelo, quien ayer decía adiós a su único hijo. «No hay palabras para expresar la conmoción que sentimos por la muerte de Santiago. Un joven sacerdote que ahora será eterno al lado de Dios», afirmaba, emocionado, Montes. El párroco de Teverga habló de su gran corazón y sensibilidad, y animó a su madre a afrontar su marcha «con dolor, pero con paz y con lágrimas, pero con esperanza».

Santiago Lorido había sido el último y único sacerdote ordenado este año en Asturias. Falleció el miércoles en su casa en Panes de manera repentina de un infarto, pasadas las nueve de la mañana. Allí había sido diácono desde diciembre de 2011 hasta su ordenación como sacerdote el pasado mayo. Después, volvió para colaborar en las tareas pastorales con quien había sido su compañero en el seminario, Pablo Luis Gato. Allí, en Peñamellera Alta y Baja estaba a la espera de hacerse cargo, el próximo once de septiembre, de las que serían sus primeras parroquias, en Grandas de Salime, Oscos y Pesoz.

El fallecido había ingresado en el seminario de Oviedo en 2003. Allí cursó sus estudios eclesiásticos, en los que demostró poseer una gran vocación. Muy vinculado desde siempre a la labor de la Iglesia, antes de ser ordenado como diácono colaboró en tareas pastorales en la zona de Teverga, Santa Bárbara y San Martín de Turón, San Javier de la Tenderina y en San José de Gijón, donde trabajó como voluntario en la Oficina de Información al Transeúnte y en el tanatorio de Cabueñes. Desde septiembre de 2011 estaba vinculado a las parroquias de Peñamellera Alta y Baja, donde siguió ejerciendo tras recibir el orden del diaconado el 11 de diciembre de 2011.

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