César Bueno Mago
César Bueno ·
Es mago y tiene el truco definitivo para disfrutar de un buen verano: «una hamaca entre sol y sombra, y un buen libro»José Ahumada
Martes, 19 de agosto 2025, 00:02
Santanderino del 73, César Bueno asegura que se dedica a la magia «desde siempre», a pesar de que estuvo tanteando otras vocaciones: estudió música, teatro ... y hasta Ingeniería Técnica Industrial, algo de lo que nunca ha ejercido. Tiene un verano ajetreado, que arrancó asistiendo al Mundial de Magia en Turín, Italia. Nada por aquí, nada por allá.
– Cuénteme cómo pasa el verano un mago.
– Pues pasa el mismo calor que pasa el resto de la gente, pero en diferentes localizaciones. Antes de la pandemia lo podías organizar un poco, veías localizaciones e intentabas hacer una girilla así para que los kilómetros fuesen lógicos; ahora es un poco más de lotería: sale aquí, allí..., y lo puedes coordinar todo un poco menos.
– ¿Cuál es su especialidad?
– Yo siempre me he dedicado a hacer magia cómica, magia de salón, de escena, con participación y con magia hablada, con humor, con comedia.
– ¿Qué hace falta para ser mago? ¿Puede serlo cualquiera?
– Lo que hace falta, como para cualquier cosa en la vida, es mucha ilusión. Si lo metes todo en la coctelera, pues, depende de la especialidad que quieras, un poquitín de técnica, de gracia, de trabajo, de constancia, un poco de suerte, un poco de todo mezclado, y así, te conviertes en alguien que puede vivir de una actividad artística, que no es fácil hoy en día tampoco.
– ¿Quién es el mejor mago que ha habido?
– Mejor, mejor... ha habido referentes, por ejemplo, ¿quién revolucionó la magia clásica? Pues fue Robert-Houdin; luego Houdini fue el primer precursor que empezó a hacer de los shows un espectáculo, a preocuparse por la publicidad. En nuestra generación, quizá Copperfield ha sido también otro referente. Y en España tenemos a Juan Tamariz, que se ha hecho un referente a nivel mundial con el reducido mundo de la cartomagia, que instauró con humor.
– ¿Alguna vez le ha salido mal un truco?
– Que una cosa no salga como tú quieres, pues muchas veces; algo horroroso, de 'tierra, trágame', no me ha ocurrido nunca. El directo siempre tiene ese riesgo, el fallo existe, y lo que hay que hacer es tener las tablas o la suficiente experiencia como para poder solventar ese fallo. Pero, vamos, no he cortado a nadie una mano, no he amputado ningún miembro, ni he hecho alguna cosa así gorda como para que me fusilen. Si es un fallo pequeño, yo creo que hasta el público lo entiende: es algo que puede pasar. Es como cuando tiras a canasta: a veces entra, a veces no, y tú ensayas para que entre. Pero si consigues que la gente se lo pase bien, que no se aburra, que disfrute, yo creo que hasta se perdona.
– ¿Hay un mercado de trucos de magia?
– Se compran y se venden cosas, por ejemplo, yo qué sé, cartas, que hay mil: no es lo mismo unas cartas para trabajar juegos de mesa de cartomagia que para hacer manipulación, que es esto de que aparezcan y desaparezcan de las manos muy ágilmente en el escenario; existen diferentes calidades, diferentes acabados, diferentes modelos de tamaño... Hay también mucha bibliografía de magia. Y, luego, recambios: si utilizas los pañuelos de seda, pues tendrás que conseguirlos en algún sitio; si gastas mucho confeti, pues también. Y las grandes ilusiones, pues también las fabrica alguien. Y los 'racks' para llevar las cosas en los viajes, para que no se estropeen cuando te vas de crucero y lo mandas a la India y tiene que aparecer allí, y tiene que estar bien. Hay un mercado grande, sí.
– ¿Cambia su repertorio?
– A ver, tienes unos básicos y, también depende del sitio al que vayas; vas creando material ad hoc, sobre todo cuando trabajas para empresas, que se personalizan un poco más los juegos y las presentaciones. Imagínate que yo nunca he ido a Villabotijos de Arriba, pues puedo llevar lo que quiera, los números clásicos que he hecho desde el principio y las últimas cositas. También es algo cíclico: después de treinta años puedes volver a hacer lo que hacías entonces porque estás delante de otra generación.
– Imagínese, si pudiera tener un poder mágico de verdad, ¿cuál elegiría?
– Un superpoder, un superpoder... tiene que estar muy bien, cuando estés hablando con alguien, saber realmente lo que está pensando. Tiene que ser muy curioso, y más en los tiempos que corren ahora.
– ¿A quién haría desaparecer con sus polvos mágicos?
– Pues yo creo que ahora mismo casi todo el mundo te va a contestar lo mismo: que los representantes que tenemos, políticos, van a ir desapareciendo poco a poco ellos solos. No va a hacer falta que los haga desaparecer yo.
– Y, para acabar: cuente cómo sería un truco para pasar un verano fenomenal.
– Una buena hamaca entre sol y sombra, un refresco de algo que te guste y un libro. Eso siempre es genial.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión