«El Sidrón va a seguir dando mucho más de sí»
El coordinador de las excavaciones de Piloña participó en la investigación que acaba de arrojar nuevas conclusiones sobre la dieta de la especie
AZAHARA VILLACORTA
Lunes, 13 de marzo 2017, 01:38
Marco de la Rasilla (madrileño de 59 años, aunque lleva 34 de ellos en Asturias), profesor de Prehistoria de la Universidad de Oviedo y coordinador de las campañas que se realizaron en la cueva piloñesa de El Sidrón es uno de los investigadores que han participado en el estudio que acaba de ser publicado por la revista 'Nature' y que, entre otras cosas, demuestra que, hace 49.000 años, los neandertales masticaban corteza y hojas de álamo, una fuente natural de ácido salicílico, el ingrediente analgésico de la aspirina y un hongo con penicilina. Uno de los individuos cuyo sarro se ha analizado, el sufriente de los 13 de El Sidrón, sufría un absceso dental, una infección con pus, según revelan sus restos fósiles. Y, para paliar los intensos dolores, consumía también Penicillium, un hongo con propiedades antibióticas. Pero es que, además, el análisis de individuos de cinco yacimientos demuestra que la dieta de los neandertales belgas se basaba en la carne y que ingerían animales como el rinoceronte lanudo y el muflón, característicos de la estepa fría que habitaban, mientras que los individuos de El Sidrón, sin embargo, presentaban una alimentación más vegetariana y sus dientes conservan restos de piñones, musgo y setas, propios de una zona boscosa.
Las nuevas revelaciones son fruto de la colaboración entre varios organismos, países y disciplinas.
Sí. Durante la excavación, nosotros sacamos un material de hueso que fue estudiado por los antropólogos. Y, durante la limpieza del material, se dieron cuenta de que en los dientes había sarro. Entonces, ese sarro se guarda y se envía a los laboratorios. Y ya en 2012, un primer estudio ya arrojó algunas conclusiones como que tomaron camomila, que mejora la digestión, y aquilea, que tiene propiedades antiinflamatorias. Además, se demostró que entre los dientes había surcos y restos de una conífera que habían utilizado como una especie de palillos y que vivieron un ambiente de humo, como es lógico. Los descubrimientos van concatenándose y ahora este estudio supone un paso más del conocimiento sobre su comportamiento y su dieta. La gran ventaja es que hemos podido demostrarlo científicamente a través del ADN de ese sarro con presencia de piñones, musgo y setas.
Una dieta más vegetariana de lo que se pensaba.
Así es. Pero eso no significa que fuesen vegetarianos. Comían de todo. Lo que parece es que en los neandertales belgas se ha visto más ADN de carnívoros que en el de los de El Sidrón.
De hecho, su muerte parece fruto de un acto canibalismo en el que alguien reventó sus cráneos para comerse sus cerebros.
Eran caníbales, eso está claro. Lo que ocurrió fue que se produjo una adecuación al medio: aquí había más bosque y, por tanto, más vegetales, mientras que en la zona de la estepa del norte de Europa había menos. Aunque también es verdad que una parte importante de la información proviene de este individuo que tiene una infección en la boca y probablemente por esa causa comiese más vegetales. Además, tenía un patógeno gastrointestinal que le provocaba fuertes diarreas e inflamaciones en la zona biliar. Estaba muy pachucho.
¿Le ha sorprendido el conocimiento que tenían de este botiquín natural a su alcance?
Nada. Conocían el medio natural perfectamente y, además, veían a los animales. Como nosotros. Cualquiera que tiene perro ve que se purgan. Que, a veces, come hierbas y luego vomita. Pero es que, además, si te vas al mundo rural, aquí en Asturias, la gente conoce las propiedades de las plantas. Pues los neandertales ya las conocían al dedillo. Y otra de las cosas que hemos demostrado es que, como nosotros, utilizaban la boca como tercera mano. Pues ellos, con muchas menos herramientas, más. La utilizaban para afilarlas y para muchas más cosas. De hecho, hemos encontrado también betún en sus dientes, el pegamento de la época.
Este menor consumo de proteína animal, ¿pudo repercutir en su extinción?
No. Puede ser que los cambios climáticos afectasen a la alimentación, pero no hasta esos extremos. La extinción tiene causas muy más potentes. Por ejemplo: muy poca variabilidad genética y unos grupos de población pequeños. Es decir: mucha endogamia y muy poca gente. Y, además, enfermedades, violencia como la derivada de ese canibalismo... Todo ese conjunto de cosas fue el que generó la extinción. O sea, que no parece que puede atribuirse a una causa, sino que son varias concatenadas progresivamente.
En lo que hay controversia es en la cronología de la hibridación con los sapiens.
Sí. Esos contactos sexuales se produjeron en la zona de Oriente Próximo. Lo que ocurre es que había gente que pensaba que los neandertales habían aguantado mucho en la Península ibérica. Pero ahora ser que aquí no nadie hasta que llegan los sapiens, hace 37.000 años: ni un neandertal. Aunque todavía hay personas que dicen que los neandertales se extinguieron más tarde.
¿El Sidrón está agotado o aún os depara muchos secretos?
Muchos. Esto va a a seguir dando mucho más de sí porque los estudios siguen. Tendremos muchas cosas durante mucho tiempo porque hay estudios abiertos en todos los frentes: genética, arqueología, antropología... La clave está en la interdisciplinariedad. Y, de hecho, esto es un magnífico ejemplo de que da resultados.
Parece que se adornaban con plumas, cocinaban con fuego, enterraban a sus muertos, mantenían sexo con sapiens... y ahora esto. ¿Adiós a su visión de seres infrahumanos?
Sí. Para mí lo más interesante es que podemos dar una visión muy fina a partir de unos restos pegados a unos dientes, Poder saber que el individuo tenía un patógeno que le machacaba es interesantísimo. Sabemos que era un adulto, que tenía una infección en los dientes, que manejaba betún... Y todo esto nos da una visión extraordinaria. Es un individuo que ya está muy próximo mentalmente a nosotros. No es un hueso ni un ser arcano. Tenía sus dolores, buscaba soluciones, conocía el medio... A mí eso me parece inusitado. Igual que sabemos que la persona mayor del grupo, de unos 35 años, era una mujer pelirroja. Les estamos dando una forma humana. Viéndolos en cuerpo y alma.