Borrar

Muti: «Hay que huir del circo al dirigir»

AZAHARA VILLACORTA

Sábado, 1 de agosto 2015, 00:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Muti llegó, habló y encandiló a los elegidos que ayer tuvieron oportunidad de participar en el Salón de Té del Campoamor de un encuentro entre el napolitano y varios miembros de la Asociación Española de Directores de Orquesta llegados a Oviedo para disfrutar de las representaciones de 'Falstaff' y rendirle homenaje. Una reunión liderada por el vicepresidente de la entidad, el director de orquesta asturiano Oliver Díaz, que lo presentó como «uno de los grandes maestros de todos los tiempos», y en la que también participaron integrantes del Consistorio ovetense.

Precisamente , Riccardo Muti comenzó su apasionada lección magistral -en la que cantó, bromeó y reprodujo distintos patrones rítmicos- preguntando cuántos directores se encontraban en la sala y pidiéndoles que se situasen en las filas para escuchar lo que tenía que decirles sobre «la última ópera de Verdi, el compendio de toda su vida artística, su testamento, la más difícil de todas». Una obra, añadió, en la que «la música es absolutamente vertical, en la que la palabra está exactamente en relación con la nota» y viceversa, por lo que «el director de orquesta es muy importante». «Se requiere un control absoluto de esa verticalidad, sin sentimentalismos. Yo soy napolitano, de corazón caliente, pero no se puede hacer 'Falstaff' con el corazón caliente», apuntó, sino «con rigor», por lo que recomendó «huir del show y del circo» a la hora de dirigir.

«Hay uno nueva generación de directores que hacen circo y la gente dice tienen un gran temperamento, pero no es cierto. Los mejores son siempre los más eficientes, no hacen show», porque «la diferencia entre la verdad dramática y es ridículo es muy sutil».

Lo contrario, aseveró, supone «insultar» al genial compositor italiano y «a nuestra cultura mediterránea», al gran Verdi, a quien reclamó como «uno de los monumentos de la civilización occidental». Porque «no hay que olvidar que nuestra cultura nace del mundo griego y romano». Y, en ese punto, lanzó una reflexión política: «Es por eso que Grecia debe estar en Europa. Este es nuestro mundo, nuestra cultura. Y nuestra cultura no es un circo, un show superficial, porque Verdi habla de nuestros celos, nuestro amor, nuestra tristeza... Y España e Italia son los países más responsables de salvaguardar eso».

Pero si algo fascinó a quienes escuchaban al maestro, con algunos asistentes emocionados hasta las lágrimas, fueron sus reflexiones vitales, que se resumen en la fuga final de 'Falstaff': «Todo el mundo es burla». «Ese es el mensaje que dejó a la humanidad, que la vida es una risa amarga», aunque «eso no significa que Verdi no fuese creyente, y no necesariamente en el sentido clásico», sino que creía «en la existencia de algo más allá, de una entidad superior, de una especie de energía».

«Verdi creía en esto como una posibilidad, no como una certeza. Porque certeza no la tiene ni el Papa, e incluso Cristo, en la cruz, dudó del Padre», zanjó. Eso sí: «Concluye su 'Misa de Réquiem' en Do mayor, un acorde luz, de serenidad, de paz. Algo a lo que todos nos enfrentaremos en el último momento». Eso es Verdi, concluyó el napolitano, genio y figura. «Quien lo entienda que lo entienda. Y quien no lo entienda no merece nada». Palabra de Muti, que recibió varios obsequios y se fotografíó con unos y otros -resumió Oliver Díaz-, «que es lo más próximo a la excelencia en el arte. Maravilloso».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios