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Los caprichos de las estrellas de cine

Los caprichos de las estrellas de cine

Exigen grifería de oro, se llevan sus sábanas o roban las almohadas... las estrellas del cine no saben viajar sin imponer sus absurdos antojos

pedrosan juan

Viernes, 21 de noviembre 2014, 00:47

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Jennifer López era la sufrida camarera de un hotel de lujo en Sucedió en Manhattan, pero en la vida real es una clienta exigente y maniática que, cuando viaja, se lleva sus propias sábanas, impone que cambien la iluminación de la habitación si no le gusta y quiere grifería de oro y asientos nuevos en los inodoros. Además, todo tiene que ser blanco (paredes, muebles, sábanas, flores, velas...), incluido un sillón especial para maquillarse y máquinas de deporte en las suites para ponerse en forma.

Julia Roberts hace buenas migas en Pretty Woman con el director del hotel Beverly Wilshire, donde se hospeda con el guapo Richard Gere, pero cuando se sale del papel es capaz de exasperar al personal con sus demandas. Por ejemplo, sólo bebe agua mineral embotellada en envases biodegradables, únicamente se baña en ella y exige que la comida provenga de agricultura biológica libre de pesticidas.

Son algunas de las rarezas que ha contabilizado el buscador de vuelos y hospedaje Jetcost entre las estrellas del cine y de la música. Pero hay muchas más. Durante sus giras, Lady Gaga viaja con su novio pero se niega en redondo a dormir con él, así que siempre reserva dos suites. La suya debe estar decorada con satén negro y plateado, pósters de Queen, David Bowie o Elton John, sus artistas favoritos, rosas frescas amarillas, blancas o de color lavanda, sofás de cuero blanco y toallas perfumadas con lavanda. Y la cocina debe estar abierta las 24 horas del día para satisfacer sus antojos.

Gerard Depardieu, en cambio, no usa el servicio de habitaciones; se cuela directamente en las cocinas de los hoteles para copiar las recetas de los chefs. Nicole Kidman se lleva sus propias sábanas y deja instrucciones escritas para hacer su cama. A Bruce Willis le gusta montar fiestas en los hoteles, pero su manía por la limpieza le hace retirar los muebles y enrollar las alfombras para que no se manchen. Y Katy Perry confiesa que roba las almohadas de los hoteles en que se hospeda.

Cada vez que se aloja en uno, Mariah Carey insiste en que monten un gimnasio junto a su suite, en la que sólo puede sonar su música y verse sus vídeos. Tanto ella como su mascota se bañan con agua mineral francesa aromatizada con sales del Mar Muerto. Para no ser molestada, reserva todas las suites disponibles, por las que distribuye a su séquito de estilistas, peluqueros, publicistas, asistentes, representantes y guardaespaldas.

Madonna es caso aparte: exige que se cambie el WC de la habitación donde se hospeda y que después de su visita se destruya para que no pueda ser vendido o subastado. En el hotel donde se quede tienen que apagar las luces del jardín por la noche para que pueda ver las estrellas, quiere rosas blancas recién cortadas a una medida exacta y manda modificar la distribución de la habitación a su gusto. Una diva nunca descansa.

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