«El niño le venía a ver con su madre al taller de La Tenderina y le llamaba papá»

En el barrio de La Tenderina están como en Vallobín: sin poder creer que el mecánico que veían en los últimos tiempos en la zona está siendo buscado por la Policía Nacional junto a su pareja por la presunta muerte del hijo de ella, de unos dos años. «Estuvo trabajando aquí un mes», explicaron en un taller de coches de la zona. Pero después surgieron problemas entre los responsables y David F., y este dejó su empleo: «Nos robó y tenemos una denuncia», lamentaron ayer. Fue una noche a finales de octubre. Por la mañana, varias patrullas de la Policía estuvieron en el lugar de los hechos, relataron los vecinos, tomando huellas y tratando de averiguar quién había sido el autor del robo. Se había llevado material del taller después de apagar las cámaras de seguridad.

El gallego era una persona reservada. Hablaba poco, según constatan quienes le conocieron durante los escasos meses que estuvo viviendo en la ciudad con Fadila C., la madre del menor, cuyo cuerpo sin vida hallaron en una maleta unos operarios de Adif el lunes 3 de noviembre junto a las vías del tren. En su interior, cubierto con una chilaba, estaba el niño, víctima de una muerte violenta. Tanto la madre, marroquí y cuya familia reside en Estepona (donde la pareja se conoció), como su pareja abandonaron el piso de alquiler donde vivían en Vallobín desde hacía dos meses. Huyeron después de que se produjera la muerte del niño en la vivienda familiar. Ocurrió el viernes 31 de octubre, pero aquella noche los vecinos no escucharon nada anormal. Otras veces sí. Relataron que los gritos y las peleas eran habituales. Fadila C. y su hijo podrían ser víctimas de la violencia de David F.

En La Tenderina, sin embargo, no percibieron nada. Ella y el pequeño solían ir a esperar a David F. a la salida del trabajo. En el entorno, en la tienda de al lado, en el bar donde paraba a por un café y un pincho para comerlo en el taller, pensaban que el niño era de David F., y no de la anterior pareja de Fadila. «Le llamaba papá y él nunca dijo nada de que no lo fuera».

El hombre de 33 años no gustaba a sus vecinos de La Tenderina. «Era una persona rara, no daba buena espina». «Tenía mala pinta, no miraba bien», lo describían ayer. Hablaban de que podría consumir drogas, e incluso dedicarse al trapicheo. Pero, desde luego, nunca pensaron que podría cometer un crimen, solo o con la participación o complicidad de su pareja y madre del niño de dos años. Ambos están acusados de homicidio doloso.

Reconocieron su fotografía en la prensa por el tatuaje de la estrella de David que lleva él en el cuello. Su aspecto es distinto al de la instantánea distribuida por la Policía a través de la que busca colaboración ciudadana. En La Tenderina los agentes han advertido de que si el hombre retorna al barrio ni hagan ni digan nada, simplemente les avisen. Lo mismo han hecho enla zona de Vallobín.

Les buscan en Galicia y en Málaga, donde residen las familias de ambos, además de en el extranjero. De hecho, barajan la posibilidad de que hayan huido a algún país de la Unión Europea, principalmente a Francia o a Bélgica. También, que alguien de su entorno esté colaborando en la fuga. Una fuga que podrían haber emprendido por separado. Ella, embarazada y con la muerte de Imran sobre sus espaldas.