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Martes, 17 de mayo 2016, 12:37
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Alguna vez nos quedamos mirando los objetos que nos rodean cada día y es como si fuera la primera vez. Están ahí pero apenas reparamos en ello hasta que se estropean: entonces sabemos la falta que nos hacen, lo incómodo que es vivir sin ellos.
El cargador del móvil olvidado en casa condiciona sin duda un fin de semana fuera. Hasta llegar a los modelos manejables que hoy utilizamos, la industria ha invertido mucho dinero y tiempo. Seguro que alguna vez has recalado en el cilindro cercano a la clavija que va al móvil. También se da en los cargadores de otros dispositivos tecnológicos o electrodomésticos.
¿Para qué sirve? Muchos piensan que es un protector contra las sobrecargas en red, al modo de los que utilizamos junto a los enchufes en casa. Pero no, estos cilindros, que se llaman núcleos de ferrita, tienen una función mucho más simple.
Las señales de corriente alterna que se transmiten a través de los cables son muy altas hasta el punto de que pueden llegar a afectar a otros electrodomésticos. El núcleo de ferrita, que en algunos casos puede ser desmontable, los evita al igual que las interferencias en el wifi, la radio o la televisión.
La ferrita tiene la rara propiedad de absorber las frecuencias no deseadas. Evita la pérdida de energía por radiación con lo que optimiza el uso del cargador y, por tanto, el tiempo que hemos de esperar para que el móvil vuelva a estar utilizable.
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