Creatividad con sabor a carbón

Dos artistas asturianos apenas separados por una escasa década, Nacho Vegas (Gijón, 1974) y Alfredo González (Turón, 1981), fueron ayer los encargados de ocupar el escenario del auditorio avilesino que nunca debió perder su nombre -Niemeyer-, felizmente recuperado para dicha de todos y dispuesto a seguir proyectándose al mundo.

Dando muestras del potencial creativo que alberga nuestra comunidad pese a los vientos huracanados de la crisis -y en buena medida, lo que seguramente corresponde, inspirados por ella-, el gijonés que fundó Manta Ray y el pianista turonés que confiesa escribir versos en servilletas, presentaron sus más recientes trabajos. En el caso de Alfredo González, 'Simpleces', que se bifurca en lengua española y asturiana; mientras que Nacho Vegas ha jugado con la fonética en 'Cómo hacer crac', que habrá de recordarnos el crack económico del 29, en el pasado siglo, tan similar al que ahora vive el planeta.

El flaco de Turón fue el primero por orden de aparición. Una aparición que dedicó, como buen paisano de las cuencas, a los mineros que llevan un mes de protestas. Empezó el pianista, que a estas alturas de su historia ya debería ocupar un lugar de más privilegio en la música, pues su bondad es extraordinaria, con 'Retrueque', al que siguieron 'Todos llevan disfraz' y 'Como un toro indultaldo'

Desde que 2004 dieran un paso al frente, asumiendo responsabilidades protagonistas más allá de su faceta de teclista acompañante, con 'La vida de alquiler', Alfredo González ha ido desarrollando un estilo muy personal en el que caben múltiples fórmulas. Ese es el caso de las piezas de 'Dobleces', que abarcaron desde melancolías pianísticas y baladas a potentes escalas de guitarra y aires traviesos.

Nacho Vegas llegó algo más de una hora después que González. Ponía pie en el Niemeyer arrastrando el triunfo de una gira latinoamericana y una cita en el Barcelona Sound, con la lección más que aprendida.

Además, como ha declarado en alguna entrevista, 'Cómo hacer crac' es en cierto modo una prolongación de su anterior entrega, 'La zona sucia'. Bien que haya quien pueda considerar que se trata de unas composiciones más directas, especialmente en el apartado de las letras, que desde luego no pierden esa inteligencia crítica e irónica, cruzada por los ojales de la vida cotidiana, que le caracterizan. Así, la canción que da título al disco, donde nos llevó a comprar pan Bimbo y dos yogures a una superficie comercial de Pumarín, antes de advertirnos que nos están cambiando «el significado de algunos verbos, como disfrutar», y que en la calle hay un gran silencio, «que si escuchas bien oirás un crac».

Para abrir boca en el escenario Nacho Vegas eligió 'Cuando te canses de mí', a cuyas notas tomó relevo 'Marquesina'. Luego llegaron temas nuevos y viejos conocidos. Tampoco faltó su particular homenaje a los mineros, con una versión de 'Santa Bárbara Bendita' que puso los pelos de punta al personal. Al final de su actuación volvió con él Alfredo Gonzáléz, para encarar juntos, entre otras, 'Esta tierra es nueva'.

El sonido fue impecable. Y la voz de Nacho Vegas, un portento de sol y sombra que siguieron felices de acudir a la cita con la música unas seiscientas personas.