Soledad es nombre de pueblo

Mieres ya cuenta con menos vecinos de los que tenía en 1930. En aquel año, figuraban en el padrón 43.000 habitantes. Y después vino la época dorada del municipio; no hacía más que crecer y crecer. Fue en los años 70 cuando el concejo del Caudal registró su mayor número de vecinos, más de 70.000. Eran tiempos de bonanza económica, de una gran oferta de empleo y de crecimiento demográfico. En la actualidad, y según datos del censo municipal, se superan por poco los 42.000 habitantes. Exactamente, son 42.314. En estos últimos diez años se han perdido casi 7.000 residentes.

Los motivos parecen claros: descenso demográfico y declive industrial que conlleva un aumento del paro y de migración a otros puntos de la región o del país.

Pero si hay una zona del municipio donde más se nota esta caída de habitantes es en la amplia área rural. Y es que Mieres cuenta con numerosos pueblos en donde la población se va disipando, a su vez, por otros motivos, como el empeoramiento de los servicios. A la movilidad hacia otras zonas se suma también el traslado a la capital del concejo. Sólo el centro urbano concentra al 55% de la población total. Entre las localidades de Mieres, Turón, Ujo y Figaredo el porcentaje se eleva hasta más del 75%.

El concejo cuenta con unas 400 entidades singulares. Y 31 de estos pueblos están a punto de desaparecer: sólo hay un habitante censado en ellos. Este tipo de núcleos son en 2012 menos que en 2009, cuando se contabilizaban 37 pueblos con una persona. Algunos de estos núcleos tienen nombres como Molino de Arriba, Foz de Gallegos, La Fuentiquina o Barrio Solano. Además hay más de cien pueblos en los que viven entre una y cinco personas; también se encuentran bajo la amenaza de la despoblación, pero en menor grado que los anteriores.

De hecho, en el municipio se contabilizan alrededor de un centenar de núcleos que han quedado deshabitados a lo largo de los últimos años. Para quienes todavía quedan son muchos los motivos para irse, como la peor calidad de los servicios públicos o la incomodidad de tener que disponer de vehículo para cualquier actividad.