Teresa Aladro buscaba «ser feliz» con su hijo tras su separación: dos tiros lo frustraron todo
La autoría está clara: su exmarido. El jurado deberá determinar ahora si los dos disparos fueron accidentales o premeditados
La tranquila vida de Teresa Aladro, en la localidad casina de Caleao, se vio trastocada en 1999 cuando decidió casarse con el allerano Senén Fernandez. Tenía 22 años y era la primera chica de la pandilla que se iba a casar. Sus amigas le propusieron ir de despedida de soltera «No pudimos, Senén se lo prohibió porque le dijo que la íbamos a ir por ahí de hombres». Teresa canceló la salida, así lo recordó durante el juicio una de esas amigas. Para María Pérez, letrada de Abogadas por la Igualdad, «Tere se sometió a los deseos de Senén». Comienza así una vida «muy difícil», como recordó su padre en la vista. Se da la circunstancia de que su progenitor llegó a decir que «mi hija comenzó a ser feliz cuando se fue a vivir al piso donde murió». Una decisión valiente que tomó tras recomendárselo su hijo en abril de 2021, «tras una noche terrible», en la que el acusado «la empujo sobre la cama». Al día siguiente, aprovechando que su exmarido no estaba en casa, «cogió cuatro cosas y se fue a un piso de su padre con muy pocos muebles y sin agua caliente», como se relató en el juicio.
Senén, ante la posibilidad de perder a su mujer, comenzó a llamarla y enviarle mensajes de forma insistente. La Guardia Civil volcó sus teléfonos extrayendo 74.000 archivos examinados por las acusaciones y la Fiscalía, y concluyeron que «vivía sometida y controlada» por su exmarido. Un control que ejercía, además, a través del hijo. Adrián se quedó a vivir con su padre porque «tenia miedo que le hiciese daño». Llegó a desmontar dos rifles que tenían en el domicilio que compartían. Pero cada vez que Adrián quería ir con su madre a cenar o a dormir, su padre llamaba para preguntar dónde estaban los rifles, que se iba a ir. El joven, que contaba entonces con 20 años, se asustaba y volvía con su padre. Esta situación preocupaba a Teresa que mantenía contacto con su verdugo para intentar que no se enfadase, que no pagase la situación matrimonial con el joven y que lo fuese aceptando poco a poco, como manifestó a sus amigos en numerosos mensajes. No quería que Senén sufriera ni que le pasase nada, pero ella lo que tenía claro es que quería proteger a su hijo, al que ya le había dado una ataque de ansiedad estando en casa con su padre, y que nunca volvería con su exmarido.
EL ARMA DEL CRIMEN
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Escopeta fabricada en Eibar por Herederos de Joaquín Fernández Data de 1912, de escasa calidad y calibre 16. Se aprecia el cajón del mecanismo, con sistema de doble gatillo, que funcionan de manera independiente.
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De 1912 Proyectil encontrado en el suelo, al que le falta el tornillo y la parte trasera.
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Proyectil localizado en la cama, junto la almohada, no presenta deformaciones severas Se cree que es el primer disparo.
Durante ese intento de ser feliz, la situación se descontroló y el fiscal admitió que, «desde abril, que se fue de casa, las llamadas y menajes se intensificaron y, sino le respondía, llegaban las amenazas». A pesar de todo lo que hacía Senén para controlarla. Quería que volviese a casa con él y con su hijo, pero eso no se producía. Incluso, como relata la propia Teresa, «tiene metido en la cabeza que tengo a un hombre conmigo». Senén según la acusación popular «dispuso de su bien más preciado: su vida. La mató cuando era más vulnerable, en mitad de la noche y en su refugio, que era su casa».
Lo que paso en el dormitorio de Teresa esa madrugada del 20 de mayo de 2021 sólo lo conoce Senén, si bien su testimonio recoge que «puse los cañones de la escopeta en la barbilla y cerré los ojos; fue muy rápido. No se lo que pasó, oí los disparos y, cuando abrí los ojos, Teresa estaba en el suelo. Fue un accidente».
Nueve asturianos, seis mujeres y tres hombres, componen el jurado popular. A partir del miércoles y contando con todos los testimonios y la pruebas que se han mostrado en las diferentes sesiones deberán pronunciarse sobre lo acontecido esa madrugada. La posición de la escopeta y los dos disparos, sus trayectorias se han convertido en esenciales durante el juicio. Han de valorar las dos versiones existentes, la de la Guardia Civil, que considera que Senén entró la habitación con la escopeta cargada, sorprendiendo a su exmujer, de pie frente a ella le asestó los dos disparos a corta distancia. El primero de ellos acabo con su vida.
Por contra, la defensa considera probado que, tras una charla, Senén va detrás de Teresa hasta la habitación, lleva su escopeta. Se arrodilla coloca el cañón en su barbilla con intención de suicidarse, y cierra los ojos. Su exmujer en un intento de evitarlo con su mano derecha coge los cañones de la escopeta e intenta quitársela, se produce el primer disparo. Teresa se gira por el impacto sin soltar el arma y se detona la segunda bala. «Un desgraciado accidente».