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A más de 20 millas de la costa de Gozón, en mar abierto, se encuentra la boya del Cabo Peñas, dispositivo único en ... Asturias que, desde su instalación en 1997, «marca récords» en medición de oleaje y temperaturas en ese rincón del mar Cantábrico. La función de este tipo de dispositivos, gestionados por Puertos del Estado, «es recabar datos a través de un sistema bastante complejo», con el fin de ser «un bien de utilidad pública, para el ciudadano y para las autoridades portuarias», explicó Marta de Alfonso, jefa del Departamento de Datos Climáticos.
Así, este tipo de boyas –integradas en la Red Exterior de vigilancia– son de grandes dimensiones. La asturiana es de las más grandes, de más de 600 kilos, anclada a una profundidad de 615 metros.
Se compone de sensores de presión atmosférica, oleaje direccional, velocidad y dirección de corriente, temperatura y salinidad del agua, entre otros aspectos. Todo ello vigilado durante 24 horas y enviado a una base de datos, vía satélite, cada hora, para estar actualizado.
De entre sus muchas funciones, gracias a los datos que recoge la del Cabo Peñas, «se pueden después emitir muchas alertas, sobre todo por temporales», siendo la boya la primera en detectar estas situaciones. Sin embargo, por lo que también es conocida es por aportar cifras de récord propias en medición.
Comparándola con la boya gallega (Estaca de Bares) y la vasca (Bilbao-Vizcaya), «la del Cabo Peñas es de las más tranquilas, pero ha batido algunos récords propios». No tiene mucho oleaje –las mayores olas se recogen en Galicia–, pero sí ha tenido casos de mucha altura y «lo máximo que ha medido la boya de Peñas son 12,18 metros, muy cerca del récord nacional de la Estaca de Bares, que fueron 14,43».
De todos modos, añadió la experta, «en ola individual, la boya asturiana ha recogido datos de casos de más de 23 metros en mar abierto».
El récord más reciente, recogido en 2023, fue en temperatura, siendo «la más alta registrada en Asturias en los más de veinte años de datos de la boya, que fueron 23,4 grados centígrados; fue algo histórico». subrayó la experta.
Los datos recogidos por esta boya, al integrarse en el sistema, se complementan con sistemas de predicción –como los informes de la Agencia Estatal de Meteorología– y se publican en la web «y en la aplicación iMar, para que lo consulte cualquier navegante o quien practique deportes acuáticos».
Sin embargo, también se pueden ver datos más complejos, «para autoridades portuarias e instituciones nacionales, como Salvamento Marítimo», algo crucial en casos de rescates en el mar o la lucha contra la contaminación «si llegan a ocurrir vertidos como la desgracia del Prestige, en 2002, que fue muy utilizada».
Una réplica de esta boya oceanográfica estuvo expuesta en la octava Semana de la Ingeniería de Caminos en Madrid, organizada por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Representaba los avances en ingeniería para impulsar la sostenibilidad y la protección medioambiental, de los cuales la boya del Cabo Peñas es un ejemplo destacable dentro de las quince que se reparten por toda la costa de España.
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