Asturianos en la diáspora
Ramón Álvarez estudió Farmacia siguiendo la tradición familiar y reside en Düsseldorf desde hace diez años, casado con una alemana
Este verano en Hilden, Düsseldorf (Alemania), ni siquiera arrimándose al Rin sopla un poco de brisa que alivie las altas temperaturas. Desde allí, Ramón Álvarez García-Uribelarrea (Langreo, 1988) revela que el termómetro marca 34 grados a la sombra, mediada ya la tarde. Lleva diez años en la capital de Renania del Norte y afirma que está hecho ya a los inviernos fríos y oscuros, tanto como al calor de la época estival. En la memoria y casi en el cuerpo conserva aún «el fresquín de Asturias» que se llevó en su último regreso, a comienzos de junio. La próxima vuelta a casa será en navidades: «Voy con frecuencia, tres o cuatro veces al año. A mi mujer que es alemana le encanta Asturias», apunta este langreano de Sama que cursó Farmacia en Salamanca, siguiendo la tradición familiar, una formación que lo acabó encaminando hacia su destino actual.
«Llegué aquí de una forma un poco casual. Al terminar la carrera trabajé en una farmacia en Asturias y luego pensé irme a Inglaterra, porque conocía a gente de la facultad que estaba allí, pero me enteré por el Colegio Farmacéutico que se demandaba gente en Alemania, como en todo el ámbito de la Sanidad. Había hecho un curso de alemán en la universidad y me dije: ¿Por qué no? y al final salió bien la cosa. Aquí estoy», relata. Un proyecto de colaboración internacional de su colegio profesional le facilitó el acceso a su primer empleo en una empresa farmacéutica a 40 kilómetros de Düsseldorf, tras un curso intensivo y la convalidación del título. Actualmente trabaja en una mutua como supervisor de medicamentos.
Su experiencia laboral en el país germano a lo largo de estas décadas ha sido «muy positiva, las condiciones económicas son algo mejores que en puestos similares en España, también la estabilidad, el seguro médico o en temas como el control de horas extra o las vacaciones». En el otro lado de la balanza, pone «la burocracia, que aquí es muy compleja para todo». Respecto a otros asuntos de la vida cotidiana, como el de la vivienda, asegura que «lo cierto es que los alquileres son mucho más asequibles que en Madrid, incluso que en Asturias» y el mayor contraste, el uso del tiempo de ocio: «No es salir como en Langreo a tomar algo y ver a quién te encuentras, sino algo más planificado y en el círculo de amistades. Sí he comprobado que la fama de los alemanes de ser muy organizados y con mente un poco cuadriculada no es falsa: si ven un aviso, aunque sea absurdo, lo siguen al pie de la letra».
El langreano evoca que en los inicios de su llegada al país germano su círculo social lo formaban básicamente otros españoles y asturianos: «En la primera empresa que trabajé me encontré con otra farmacéutica de Sama. Hubo un 'boom' de gente que venía a trabajar en el sector sanitario. La mayoría han vuelto a España y con algunos aún mantengo el contacto». Él encontró allí su lugar y un arraigo fundamental en el amor de la que hoy es su mujer.
Ramón echa de menos la comida asturiana «aunque estoy ya acostumbrado» y le gusta salir en bicicleta por los bosques cercanos a la ciudad. Está al día en la actualidad de su tierra. «Mis planes están aquí, aunque en un futuro quizá volvería, pero desde luego no a corto plazo. Y ya vuelvo ahora bastante, no estoy tan lejos», zanja.