«Como está España no anima a volver»
Tras más de media vida trabajando en el sector siderometalúrgico, Alicia Pais se fue con su marido a la isla de Bahrain, en el golfo Pérsico
Alicia Pais Varela (Avilés, 1964) cambió hace seis años el gris Cantábrico de la ría avilesina por el azul turquesa de la isla de Bahrain, en el golfo Pérsico. Llegó a este pequeño país, con regimen de monarquía consitucional, acompañando a su marido Joe Krolikowski, después de trabajar durante más de tres décadas en el ámbito de la prevención laboral de la industria siderometalúrgica.
Sobre su estancia en este rincón del Oriente Próximo, esta antigua vecina del barrio de Llaranes afirma que «vivir en el Golfo Pérsico y en un país como Bahrain es como dar un giro de 360 grados a tu vida en Asturias, aunque la facilidad de adaptación me dio una perspectiva nueva de lo que es vivir en esta parte del mundo. Aquí todo se ve distinto y desde otra perspectiva: ser árabe, musulmán, católico o no serlo. porque aquí toda la vida, en general, se ve envuelta en la religión, que es un modo de vida. Al final se trata de personas y lo digo yo que vivo en una zona de la isla, Riffa, en donde en la urbanización en la que vivimos somos los únicos expats (extranjeros) entre toda la población nacional o de países próximos. Ah... y el calor, eso si que te da una perspectiva distinta. Hace una semana, mi coche marcó 52 grados centígrados. Y la arena, que se cuela por cualquier sitio y hasta la masticas. O meterte en el mar y que el agua esté a 30 grados , que tal parece que estás en la bañera. Todo eso es una experiencia increíble, sobre todo para una asturiana», asegura.
Aparte de esas pecularidades climatológicas, Alicia incide en el elemento humano como una de las razones que la hacen sentirse muy cómoda: «Aquí aprendes a vivir y convivir con personas y no con religiones. Y los bahrainís son gente amable y hospitalaria, lo cual lo pone más fácil todo. Bahrain es un país (una isla grande y algunas chiquitinas) que asombra por su aperturismo con otras culturas. Ha sido invadido por todo el mundo durante casi toda su historia milenaria, así que es un país que lleva a anexionar otras culturas en su ADN. Las palabras 'mágicas' aquí son respeto cultural». A la vez, en su opinión, Bahrain es «un país tranquilo, con una sensación de seguridad personal altísima: dejas el coche encendido con el aire acondicionado, te vas a hacer la compra, sales y ahí sigue, fresquito además. Lo mismo con cualquier cosa que olvides por ahí; el bolso, el móvil. Esto si es difícil de recordar cuando vuelves a España. Y a nivel económico se mantiene en la línea de los países de la zona del Golfo Pérsico: alto».
Entre las carencias, señala que «los españoles estamos un poco dejados de la mano de Dios, no hay embajada –solo un cónsul honorario– y dependemos de la de Kuwait» y, en cuanto a lo que echa de menos, la avilesina no duda: «Casi todo: mis hijos, mi familia, mis amigos, mi sidra, sentarme en una terraza de Llaranes, saludando a todo el mundo y con chaqueta (risas). Escuchar una gaita, juntarme con mis Serendengueras a tocar la pandereta y cantar un canciu. Lo fundamental de la vida».
Volver no está en sus planes: «Dependemos de los contratos firmados y eso determina tu estancia, pero viendo como están España y Europa no anima a volver si pudieras hacerlo. Veo cada vez más lejano el regreso a casa», se sincera.
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