Fallece Miguel Loya, patriarca de una familia emblemática de la mejor hostelería asturiana
El restaurador, hijo y padre de grandes cocineros, se mantuvo a la vanguardia de la hostelería asturiana desde el Real Balneario de Salinas, desde donde se extendió por toda Asturias
José María Urbano
Jueves, 27 de noviembre 2014, 14:30
La cocina asturiana ha perdido la emblemática figura de Miguel Loya, fallecido a los 63 años en su domicilio esta mañana tras una larga enfermedad. Hijo y padre de cocineros que son un referente en Asturias, siempre consideró que su profesión era «una maravilla». Por su labor al frente del Real Balneario de Salinas recibió las más importantes distinciones, el Premio Nacional de Gastronomía, estrellas Michelin, la Caldereta de don Calixto y numerosos reconocimientos de sus compañeros de profesión, que siempre vieron un referente en él. Para la gastronomía su labor ha dejado platos históricos, como la famosa lubina al champán, que transformó el recetario asturiano y llegó a convertirse en una marca de la casa, y sobre todo un modo de hacer que llevó a nuevas cotas la calidad en la cocina y la atención a los clientes.
Hablar de los Loya en Asturias es referirse a una saga compuesta por tres generaciones de cocineros, los primeros en obtener una estrella Michelin en la comarca de Avilés, los fundadores de un restaurante como el San Félix, que durante años fue considerado como uno de los más importantes del Principado; los mismos que desde 1991 se pusieron al frente del Real Balneario de Salinas; los que han evolucionado en Gijón y Oviedo con el Avant Garde, el Deloya y Mestura.
Una historia de grandes cocineros que arranca en Madrid en los años 50, cuando Félix llega a la capital desde su Valladolid natal y entra a trabajar en Casa Mingo, una sidrería asturiana en la que conoce a la que luego sería esposa y compañera de una singladura que les llevó a Avilés, primero con otra sidrería de éxito y más tarde, en 1966, con la apertura del Hostal San Félix, el restaurante de la caldereta, de la lubina al champán, la merluza a la avilesina, el quirós. El de los grandes eventos, banquetes, bodas; el que lo mismo servía un menú a los Reyes de España que cocinaba langostas sin parar para Julio Iglesias o mostraba los mejores vinos a los Rolling Stones.
Fue en 1991 cuando los Loya se hicieron cargo de su buque insignia, el Real Balneario de Salinas, primero en colaboración con los Carreño, otra conocida familia avilesina de hosteleros, y poco más tarde en solitario. Y se puede decir que encontraron la fórmula que otros habían ensayado anteriormente con fortuna desigual, sin olvidar que bastantes años antes el Balneario ya era un referente en Asturias .
Situado en un enclave de privilegio frente a la playa de Salinas, el Balneario es uno de los grandes en Asturias, con una estrella Michelín y lugar obligado para las grandes celebraciones y citas del mundo empresarial, político y social. Miguel Loya, el que para muchos era el mejor jefe de sala de España, y su hijo Isaac se encargaban de un restaurante que da empleo a 24 personas. Tras la muerte de Félix en agosto del año pasado, Miguel heredó el carácter de patriarca de una saga esencial para escribir la historia de la cocina asturiana.
¿Cuál era el secreto para que toda la familia se dedicase a la gastronomía y sus restaurantes sean lugares de éxito? «El amor a la cocina». Esa era siempre la respuesta de Miguel Loya, que recordaba cómo su padre inculcó a sus nietos «el amor a la cocina y al sacrificio que exige esta profesión, sobre todo a la gente joven, que al principio tienen que despedirse de los amigos y de sus aficiones». Pero, eso sí, tenía muy claro que debía convertirse en algo apasionante: «Tienes que vivirlo, sentirlo, cómo se explica un pescado, cómo se sirve un vino o cómo se explica la calidad de Asturias. Tienes que tener amor por esta profesión. Primero hay que trabajar y luego divertirte».
Lo decía quien a los 13 años fue enviado por su padre a Francia «a aprender». «El único francés que yo sabía era "oui" y "merci", pero reconozco que ahí empecé a saber de qué iba esto. La sala de los restaurantes sigue siendo francesa y todavía hoy encuentras en grandes referentes internacionales que te hablan en francés y no en inglés». Y hasta el último día y pese a la larga enfermedad que lo había mantenido postrado en las últimas semana, Miguel Loya continuó viviendo su profesión como la gran pasión de su vida junto a su familia. Hoy, los restaurantes de los Loya, viven una jornada de luto y tristeza. La capilla ardiente ha sido instalada en la sala número 4 del Tanatorio de Avilés. El funeral se celebrará mañana viernes a las cuatro y media de la tarde en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en Salinas.