«Sograndio es un centro enfermo», dice la plantilla del penal de menores

«Sograndio es un centro enfermo, que provoca insatisfacción laboral y, lo que es peor, que enferma a sus trabajadores». La plantilla del único centro asturiano de internamiento para menores que cometen delitos continúa con su batalla contra la gestión del penal juvenil. Lo hacen después de que el dispositivo se haya convertido en protagonista permanente de las noticias, por fugas, incidentes (incendios y destrozos) y denuncias laborales de los trabajadores. Aseguran, no obstante, que no se trata de un problema puntual, sino que los conflictos, aunque soterrados, «llevan dos años en aumento».

De hecho, en noviembre del año pasado los trabajadores enviaron un informe a la dirección del centro en el que alertaban de la situación. Un informe al que ha tenido acceso EL COMERCIO y en el que reflejan que «el 61% de los trabajadores está expuesto a la situación más desfavorable para la salud respecto a la dimensión del trabajo activo y desarrollo». Añade el informe que «el 33% de la plantilla muestra un nivel de satisfacción bajo con el control sobre el desarrollo de su trabajo» y, finalmente, que la mitad de la plantilla confiesa estar «insatisfecha» en su puesto.

Y no, aseguran, «por falta de vocación». La mayoría de los que integran la plantilla de Sograndio están allí, afirman, «por vocación» y convencidos de que el tratamiento integral a un menor condenado por algún delito «es clave para cambiar su futuro». Sin embargo, en el informe reflejan que «existe un exceso de autoritarismo», así como una continua «contradicción en las órdenes». Según explicaron varios profesionales, «los educadores no tenemos un protocolo fijo de actuación. Todo pasa por la dirección, que trata cada caso de forma individual. Eso genera muchos conflictos».

Ponen como ejemplo el último incidente, el incendio provocado por un menor encerrado en una de las celdas de aislamiento. «Lo hizo por desesperación. Acababa de perder sus privilegios y estaba sin horizonte de recuperarlos. Estalló».

Una situación en la que se encuentran, afirman, muchos de los internos. «No sabemos qué motivos llevan a alguien a la celda de aislamiento. En teoría, es por una falta grave o muy grave, pero también pueden entrar en 'camarillas' (denominación de la habitación de aislamiento) por cambiar una camiseta con un compañero».

«Esto no es Disneylandia»

La plantilla quiere dejar claro, también, que «sabemos dónde trabajamos y cuál es nuestro cometido. Los menores llegan aquí por haber cometido un delito. Esto no es Disneylandia, pero tampoco estamos, ahora mismo, cumpliendo con la función que debemos cumplir».

Tanto es así que, argumentan, «ya ha habido el caso de dos menores que han solicitado formalmente concluir su condena en Villabona, para no continuar en Sograndio». Una decisión transcendental, porque supone pasar de una casa juvenil con una treintena de compañeros y todo un programa de actividades encaminado a que concluyan los estudios y obtengan un empleo a una cárcel de adultos con casi 1.400 internos.

«Pero han llegado a un nivel de tensión y estrés que creen que estarán mejor en Villabona, donde hay normas claras y no se pasan semanas en una celda de aislamiento o engrilletados a una silla». Para evitarlo, la plantilla pide la creación de una comisión asesora, así como revisar el Plan Educativo del Centro y tener «peso en la tutorización». De momento, el informe no ha tenido respuesta.