Hoy es, oficialmente, su último día como director del Aeropuerto de Asturias. Y, sin periodo de adaptación, mañana comenzará ya su nueva etapa al frente ... del de Murcia. Carlos San Martín se ha despedido del que ha sido su destino los últimos trece años (llegó a la dirección en noviembre de 2009, aunque ya había tenido una etapa anterior como jefe de Operaciones) a lo grande. Por un lado, porque el último día hábil de trabajo de esta semana tuvo el honor recibir a los Reyes Magos en el aeropuerto, recién aterrizados para visitar a los niños de la región. Pero, sobre todo, porque deja el equipamiento asturiano en su mejor momento. Es hora de hacer balance y la palabra que más repite al hacerlo es 'satisfacción'.
-¿Cómo afronta los últimos días? ¿Hay nervios?
-Nervios e ilusión. Y satisfacción del trabajo...
-¿Cuál es el balance de estos trece años?
-Han sido años muy complejos, con muchos retos por emprender, de muy diferente tipo, pero me quedo con el trabajo en equipo. Al final, uno depende de quién tiene alrededor, de las relaciones que se crean con las instituciones, con el resto de organismos... Tengo que agradecer a AENA, al proveedor de servicios, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a las empresas que trabajan con nosotros, los arrendatarios comerciales... Y externamente al Principado, Delegación de Gobierno, Ayuntamiento de Castrillón y otros municipios... Siempre he encontrado la complicidad para afrontar y superar los retos. Y me queda la satisfacción de que ese trabajo en equipo se ha traducido en la mayor oferta de la historia del aeropuerto...
-Lo deja en su mejor momento.
-Es una satisfacción. Este año es posible que se vuelvan a batir récords en Asturias y el aeropuerto es una palanca para que eso vuelva a suceder. Así que solo puedo decir eso, que es una satisfacción dejar el aeropuerto con la mayor oferta de su historia y el mayor número de destinos, 20 ahora en invierno y cuatro destinos internacionales más ya confirmados.
-Su anterior entrevista con EL COMERCIO fue en octubre. Entonces se confesaba, como siempre, encantado en Asturias. Pero poco después llegó el anuncio del traslado...
-Es una oportunidad profesional y un reto, supone cambiar mi día a día por otro que me permite desarrollar cometidos distintos a los de un director de aeropuerto, porque seré el director general de la sociedad que gestiona el aeropuerto de la Región de Murcia. Así que trataré de dar lo mejor de mi mismo, aportar al progreso del aeropuerto y dar el mayor impulso que pueda al tráfico, de la mano del territorio, que al final es lo que define el potencial.
Ningún desvío por niebla
-Cuando llegó a la dirección en 2009, ¿era la niebla el mayor problema?
-Efectivamente, el aeropuerto no estaba dando su mayor potencial. Teníamos los equipos, las instalaciones y procedimientos mejores del mercado, pero había una limitación al uso. Se pudo solucionar, los equipos fueron renovados en este tiempo, se eliminaron las limitaciones al uso y a día de hoy la niebla no es ningún obstáculo para la implantación de una nueva compañía aérea. De hecho, el año que hemos cerrado no ha habido ningún desvío por niebla.
-Después, durante mucho tiempo, se resistieron las conexiones y las rutas...
-En 2012 y 2013 se notó lo que era una tendencia general. La oferta de transporte aéreo ha tenido una evolución acorde con la demanda, con los indicadores económicos de mercado... Lo que no ha dejado de haber es un trabajo continuo de contacto con las compañías aéreas y con el Principado y el resto de instituciones, Cámaras de Comercio, empresarios... para tratar de vender el destino Asturias a las compañías. Fruto de ese esfuerzo, trabajo, coordinación y apoyo mutuo se han conseguido logros, como la decidida apuesta de la base de Volotea, el retorno de Ryanair diez años después, y la ilusionante llegada en abril de Lufthansa.
Récord anual
-Si todo va bien, este año recibiremos al visitante 1,5 millones.
-Sí, lo tenemos al alcance de la mano. No tenemos toda la estadística cerrada, pero diciembre va a ser el mejor diciembre de la historia para el aeropuerto. Y la tendencia es a crecer. Superamos ya el tráfico de 2019; desde mayo, de forma continuada, los tráficos han sido mayores que los mismos meses de 2019. Y hemos registrado un crecimiento total anual. Desde luego, tenemos el récord anual al alcance de la mano.
-¿No le da pena dejar el aeropuerto en este momento?
-Es una satisfacción. Por lo que decía antes, por el trabajo en equipo y por los resultados.
-Pero también ha habido malos momentos. Hablábamos de los problemas con la niebla, de la falta de rutas y después la pandemia. ¿Cómo vivió esa etapa?
-Fue muy dura, con un impacto muy fuerte y una alta responsabilidad de mantener operativa la instalación. Uno de los objetivos era que las condiciones del aeropuerto no fueran impedimento para la recuperación y que pudiera seguir funcionando para servicios esenciales. Y luego había que adaptar las condiciones de funcionamiento a las exigencias sanitarias, tan cambiantes, con un elevado grado de incertidumbre...
-¿Fue ese quizás el peor momento?
-Junto a la pandemia, el momento más duro fue el accidente de dos avionetas en julio de 2011. En una expedición de tres avionetas que iban a Portugal, una regresó pero las otras dos no. Se cerró niebla y una acabó estrellada en la plataforma de estacionamiento de aeronaves y la otra en una ladera. Desgraciadamente no pudimos hacer nada para lograr el principal objetivo cuando se activa un plan de emergencia, que es salvar vidas.
-¿Y entre los buenos momentos cuál elige?
-Toda bienvenida a una compañía, la implantación de la base de Volotea, el retorno de Ryanair, la confirmación de Lufthansa, el inicio de operaciones de Binter en plena pandemia... Y también me quedo con el año del 50 aniversario y la implicación de instituciones y sociedad.
-¿Tiene aún capacidad de crecimiento el aeropuerto?
-Un aeropuerto es una infraestructura viva, continuamente se adapta a la demanda existente y la prevista. Un reto a futuro es acompañar ese crecimiento de tráfico. Ya está en marcha el trabajo del Servicio de Planificación de AENA. Ahora hay un crecimiento muy fuerte pero el aeropuerto está preparado.
-Porque aún hay capacidad, pero ésta tiene un límite.
-Pero capacidad y demanda continuamente se evalúan. No hay un parámetro de capacidad estable y fijo, no hay un límite... Siempre se están planificando actuaciones para acompañar la capacidad a la demanda.
-Es decir, ¿si aumenta la demanda aumentará también la capacidad del aeropuerto?
-Sí, vía actuaciones de reforma o ampliación que hubiera que planificar y proyectar.
-¿Prevé un buen futuro?
-Sí, Asturias lo tiene y el aeropuerto también.
-No sé si le ha dado algún consejo a su sucesor, Pedro Cotilla, actual director del aeropuerto de Albacete. Para él va a ser un cambio realmente importante (Albacete no tiene destinos).
-No soy de dar consejos. Lo que puedo aportar a mi compañero, que seguro que lo hace excelentemente, es darle una primera visión de las particularidades.
-¿Cuáles son?
-Este aeropuerto es muy protagonista de la vida en Asturias, es un actor fundamental para contribuir a su desarrollo. La región tiene un potencial muy grande no solo a nivel turístico, como ese Paraíso Natural que no hemos dejado de vender, sino también como oportunidad de negocio. Así que esas son las singularidades: que es muy protagonista del desarrollo del destino y la gran implicación del conjunto de instituciones que ven que al aeropuerto es estratégico.
-De hecho, el papel del Principado es clave. ¿Podremos dejar de depender de las subvenciones en algún momento?
-Cada nueva ruta es una inversión y una apuesta y las compañías aéreas son empresas, que tienen que encontrar viabilidad al negocio. Toda ayuda que encuentren va a contribuir al éxito. Pero el éxito no viene solo de esos apoyos. Tiene que venir de que llenemos los aviones. Las ayudas, por sí mismas, no dan sentido a una conexión. Algunas rutas están desvinculadas de los apoyos, o que significa que la principal variable es el potencial que ven las compañías.
-¿Hay que llenar y estamos llanando?
-De momento sí, pese a que los arranques son difíciles.
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