«Todo fue muy rápido, de repente la furgoneta estaba sobre nosotros»
Investigan por un delito de homicidio imprudente y tres de lesiones al conductor que arrolló a tres guardias civiles en la autovía minera
ALEJANDRO FUENTE
MIERES.
Miércoles, 3 de febrero 2021, 02:12
El conductor de la furgoneta no se percató el operativo de control que había instalado en la autovía minera (la AS-I) en los carriles sentido Mieres. Y eso a pesar de que ya había señales de reducción de la velocidad -a 80 kilómetros por hora- desde mucho antes, así como una patrulla mil metros antes del dispositivo de la Guardia Civil. La furgoneta, una Renault Master, se encontró de repente con la cola de coches. Todo apunta, según la investigación abierta para esclarecer el mortal accidente que se produjo ayer, a que iba a una gran velocidad. Quiso esquivar la caravana y se metió por el arcén provocando la tragedia.
«Fue todo muy rápido, en un momento el vehículo estaba sobre nosotros». Los agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana (USECIC) de la Comandancia de Oviedo así lo reconocían. No se pudo hacer nada. El primero al que atropelló fue el agente ÁngelAntonio Ambrosio Barbero, de 47 años y natural de Mieres. Falleció.
El conductor no pudo parar y chocó contra el quitamiedos derecho antes de embestir a uno de los coches patrulla del dispositivo de control. Ahí se produjo el segundo atropello, otro agente, que resultó herido leve. La furgoneta siguió en marcha y golpeó un turismo que estaba parado, un Opel Astra; su ocupante, una persona que había sido detenida por un delito contra la salud pública también sufre heridas de carácter leve. Antes de detenerse en el trágico recorrido, llegó a atropellar a un tercer agente, también leve. Las diligencias ya han sido trasladadas al Juzgado de Instrucción número 1 de Mieres.
Un despiste
¿Qué pudo ocurrir para que el conductor de la furgoneta -R. M. V., de 48 años- no viese todas las advertencias previas y se encontrase de sopetón con el control? La investigación considera que pudo deberse a un despiste provocado por interactuar con algún elemento del interior del vehículo. El presunto autor de los atropellos dio negativo en alcohol y drogas. No obstante, está siendo investigado por el cuerpo por la comisión de un presunto delito de homicidio imprudente y otros tres de lesiones
El féretro con el cuerpo del agente fallecido llegaba poco después de las doce del medio día de ayer al tanatorio de Mieres. El recorrido desde el Instituto de Medicina Legal de Oviedo lo hizo escoltado por coches de la Guardia Civil. El cuerpo era una gran familia, arropándose los unos a los otros en estos «momentos tan duros». De uniforme, de civil, efectivos de la Policía Nacional -del que es miembro el hermano, Hugo, y su padre ya jubilado, Antonio- y también de la Local. Se formaban corrillos y se abrazaban para intentar paliar el dolor. Entre ellos, uno de los agentes heridos el lunes en el siniestro con las marcas en la cara del suceso. «Están destrozados», comentaba un compañero. Se refería a los componentes de la unidad que realizaba el operativo de control de seguridad. «Son una piña y están muy unidos; comparten incluso vida fuera del trabajo». También por la covid, los grupos de actuación están formados casi siempre por los mismos agentes. «Era un apersona realmente buena, siempre se dice, pero es verdad», decían.
Ver fotos
Hermano, madre y padre recibían contantes abrazos y señales de afecto y de tristeza por la perdida de Tono. Era una persona muy conocida en su concejo y como agente era «intachable». Ingresó en el cuerpo en 1992 y, tras un breve paso por Cantabria, llegó a Asturias en 1995 donde prestó sus servicios en los puestos de Mieres y Moreda hasta que en el año 2002 pasó a formar parte de la USECIC de la Comandancia de Oviedo. Formó parte de contingentes internacionales de la ONU, siendo condecorado en varias ocasiones por operaciones de mantenimiento de paz; ostentaba la Cruz del Mérito de la Guardia Civil y recompensas militares por sus años de servicio y está propuesto para la medalla al Mérito de la Guardia Civil con distintivo Rojo.
Más noticias
«Creí que moría»
En el tanatorio, entre las coronas, había una con un mensaje especial: «Tus amigos voluntarios y tus bichos no te olvidan». Era una de sus pasiones, sus 'bichos', como él llamaba a los animales y, especialmente, a los perros. «Así lo conocí yo. En el albergue de Mieres. Era maravilloso. Cuando me enteré del accidente lo llamé por si sabía quien era el fallecido. Lo llamé y lo llamé, y no contestaba. En una, me respondió alguien. 'No llames más, ha sido Tono. Creí que me volvía loca», afirmaba Mar Barros.
Saúl Bardio estrechó mucho su relación con Tono durante siete años en la perrera. Muy emocionado, contaba su experiencia. «Esa era su grandeza, él solo hacía, nunca alardeaba de nada. Acudía todos los días a sacar a pasear a los perros. Gracias él, eran más felices, más tranquilos, era su ángel de la guarda. Si hacía falta una operación en el veterinario, lo pagaba él; 500 euros de su bolsillo. Y él nunca lo contaba. Nunca lo hizo».