
Adolfo Menéndez - Presidente de la Asociación Atlántica Española
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Adolfo Menéndez - Presidente de la Asociación Atlántica Española
«En España no hay voluntad seria de debatir sobre la inversión en defensa»A Adolfo Menéndez (Gijón, 1958) se le podría introducir con muchas cartas de presentación: reputado jurista, académico, secretario general del Patronato de la Fundación Princesa ... de Asturias, o la que ocupa esta charla, presidente de la Asociación Atlántica Española. Prepara un nuevo libro sobre democracias y calidades y, frente al contexto histórico que vivimos, afirma con rotundidad: «La paz está construida. O la ganas o la pierdes. No admite matices».
–¿Asistimos a una reconfiguración del orden mundial?
–No cabe duda, pero sin dramatizar porque las cosas siempre cambian de día a día y ahora estamos en un cambio de era.
–¿Y ahí sería erróneo referirnos a ella como una vuelta al colonialismo imperialista del siglo XIX?
–Sería precipitado y erróneo. En primer lugar, porque la historia nos ayuda a entender las cosas, pero precisamente de lo que tenemos que ocuparnos es del futuro. En este caso, prevenir los conflictos. Por otro lado, los pronósticos son siempre arriesgados. En ese punto, la Sociedad Atlántica Española lo que defiende y difunde es la libertad, democracia y economía de mercado.
–Pues mirando al futuro se lo enfoco de otra forma, ¿vamos a un nuevos choque de civilizaciones en línea con los formulados por Samuel Huntington?
–Sí, aunque su perspectiva era un tanto excesiva y si me apura, simplista. Pongo un ejemplo: hablamos de Ucrania, pero Europa lleva en ese conflicto desde las Guerras Médicas permanentemente y siempre ha defendido su libertad. La diferencia ahora es que Putin ha decidido utilizar la fuerza en vez de la ley, y eso no puede ser. O mejor dicho, puede ser, pero requiere una respuesta adecuada. Ucrania está peleado por la libertad de todos.
–¿Hemos pasado de asistir a una posible reedición de una Guerra Fría, antes de la llegada de Trump, a otro escenario de incertidumbre entre los actores internacionales?
–Creo que no ha cambiado nada. Se dice que Trump quiere que Europa gaste más en defensa. Pero es que no lo dice él, lo venimos diciendo todos desde mucho tiempo. En la cumbre de Glasgow de la OTAN de 2014 se estableció el 2% del PIB y seguimos sin cumplirlo. Tenemos que potenciar la conciencia de defensa. Tan importante como la geografía son los valores. Si creemos de verdad en la libertad, economía de mercado y la democracia, eso exige algún sacrificio.
–Ese 2% de inversión, que hace unos días Mark Rutte volvió a tratar con Pedro Sánchez, ¿es el mínimo suficiente o exigible? Trump habla del 5%...
–Ese 2% se marca convencionalmente por la OTAN, está acordado por unanimidad, incluida España. Serían unos 40.000 millones en nuestro PIB. ¿Cómo de necesario es? Lo que está pasando en España es que no hay voluntad de debatir estos asuntos con seriedad. Ese simplismo político, que hay que respetar, se superpone a las necesidades de las sociedades. Cualquiera puede entender, por ejemplo, que en un barrio donde no haya policía predominará la delincuencia.
–En la ecuación entiendo que mete la industria en defensa, donde Oviedo tiene varias inversiones en marcha...
–La inversión genera disuasión, es decir, una tranquilidad para poder desarrollar nuestra política económica. Por eso, choca que en este juego ahora diga el BEI (Banco Europeo de Inversiones) que no va apoyar ninguna industria de la defensa, cuando queremos, y yo estoy en eso, que se generalicen los derechos fundamentales. Pero, para eso, tiene que haber un estado de derecho. Desde uno de fuerza, no hay fundamentales que valgan. Y este siglo se va a caracterizar por la lucha de la libertad frente a las tiranías.
–¿Lo armamentístico vendrá precedido de lo fronterizo, lo comercial o el dominio tecnológico?
–Es que es todo lo mismo. Por eso la OTAN es una organización política. La geoestrategia tiene en consideración todos esos elementos. Todo cuenta. Desde hace mucho tiempo, Europa piensa que se puede defender de muchas maneras civilizadas, pero también sabe hacerlo por la fuerza. La ley tiene que ser democrática, pero una vez aprobada se aplica.
–Aunque, volviendo a Donald Trump, quiere finiquitar conflictos o abrirlos en el caso de Groenlandia, a golpe de talonario.
–Es un problema general de la época y eso son todos los países occidentales. Tenemos un desarrollo económico de primera magnitud. Siendo vital, no es suficiente. Lo importante son los valores. El siglo XX en Europa ha sido lamentable hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Veo Auschwitz y siento mucha vergüenza. Pero hemos avanzado, y lo que no cabe es ir para atrás.
–¿La UE no tiene un perfil demasiado bajo? Ha avanzado en la cesión de soberanía desde los Estados en muchas áreas, pero otras, como la seguridad, sigue sin concretarse.
–Discutiría lo de perfil bajo. Europa aporta una visión de derecho y libertad. 23 países de la UE (de 27) forman parte de la OTAN. Quizá vayamos con retraso, pero lo importante es que sepamos a dónde queremos ir. Ucrania es un hecho incontestable. No sé cual será el resultado, pero sí sé quien tiene razón y quién quiero que gane. Y eso es mucho.
–Lo que sucede es que parece que desde la UE se vaya a un multilateralismo o Estados haciendo política exterior en distintas direcciones. Y pienso en Venezuela, Palestina, o la polémica presidencia de turno de Hungría...
–Venezuela puede ser buen ejemplo. Es poco discutible de que es una tiranía, y desde ahí cada uno puede optar por lo que quiera, pero sin confundir al personal. Por otra parte, la complejidad de Europa es el valor de la transacción y llegar a un punto de equilibrio en el que todos podamos sentirnos reconocidos. ¿Qué quieren los enemigos de la libertad? Que Europa esté divida.
–¿Cuánto cambia la inteligencia artificial (IA) y la robótica en todo lo que hemos hablando?
–Son herramientas fascinantes, de las que tenemos mucha capacidad, dicen que menos en la UE por su regulación, y tendrán mucha incidencia. El oro son los datos y la batalla ideológica de la comunicación cibernética. Y aquí, por ejemplo, España es una potencia en materia de satélites.
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