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Historia familiar. Los hermanos Ima, Emilio y Charo López Melero, en la terraza que estrenan. ARNALDO GARCÍA
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Los Calamares de la Feria de Muestras de Asturias: 25 bocadillos vendidos por minuto

60 años. La familia López Melero ha batido récords desde su debut en la Feria en 1965. Primero con los perritos, después con los calamares. Este año estrena terraza y mascota

Viernes, 1 de agosto 2025

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La familia López Melero no solo se hizo las preguntas adecuadas, sino que las sucesivas generaciones, tres en total, han ido hallando las respuestas idóneas a cada momento. Así se explica una historia de éxito que empezó con perritos calientes, continuó con calamares y sumó baguettes, patatas asadas, gofres y granizados, y que ahora cumple 60 años. Su camino y el de la Feria de Muestras de Asturias van unidos desde 1965.

La imagen de Humphrey Bogart comiendo un perrito caliente inspiró a los fundadores, Emilio López y Charo Melero, que vieron en Asturias un paraíso no solo natural, sino también económico a mediados del siglo pasado. La industria estaba en plena ebullición y, gracias a ello, miles de personas vaciaban la cartera en las fiestas. «A mis padres se les ocurre, en 1956, empezar a ofrecer perritos calientes. Se preguntaron entonces dónde estaba el negocio», explica su hijo, Emilio López. La respuesta la encontraron en las ferias. Así que montaron una caseta y empezaron a vender un plato que entonces no era nada popular. «Los primeros años la gente no lo quería comer porque se pensaba que era de perro y así pasó hasta que la sociedad se empezó a abrir y se dieron cuenta que aquello era los 'hot dogs' que comían los americanos». Ahí empezaron a vender muchísimo.

Tanto que eran los mejores clientes de su proveedor de salchichas estilo Frankfurt, Productos de Carne Ya, una empresa instalada en Noreña de dueños alemanes. Por eso cuando la Cámara de Comercio preparaba la primera Feria de Muestras de Asturias de la época moderna –que se instaló en lo que hoy es la avenida de la Constitución– y contactó con los alemanes para que se encargaran de dar de comer en el recinto, ellos inmediatamente contactaron con sus mejores altavoces. «Ellos solo elaboraban, pero vieron que aquello podría ser una oportunidad para que todo el mundo les conociera, así que le pidieron a mi padre que se encargara; le dijeron que le ponían el estand y que mis padres se encargaran de los productos y de trabajarlo, y que lo que sacaran se lo quedaran». Aceptaron, claro. El éxito fue tal aquel agosto que llegaron a vender 5.000 en un solo día. Y cada uno a cinco pesetas... «Era mucho dinero». Por lo que deciden dejar las barracas y dedicarse solo a ferias de muestras recorriendo el país.

Nueva era

El punto de inflexión llegó cuando fallecen los dueños de Ya una vez iniciados los 70. «La visión comercial de mi padre era tan destacada que recibe encargos de muchas empresas. Bajo el sello de Exclusivas López, formatearon bocadillos con productos ajenos. Por ejemplo, de embutidos El Chilu vendían Los Chilos (de criollo).

«Tan importante fue que decidieron poner un puesto exclusivo al margen del de los embutidos, que mantuvo el nombre de El Chilu», recuerda la segunda generación. «Hoy, mi hijo, que tiene un criterio diferente a la hora de plantear los proyectos propio de su edad y el momento, me reprocha no haber hecho marca, pero nunca hizo falta, se le conoce simplemente como Los Calamares», explica López. Y eso no es fácil de conseguir, y más en una feria que ha multiplicado exponencialmente la competencia a la hora de comer. Sus mejores datos están en 18.000 bocadillos vendidos entre El Chilu y Los Calamares en un día, «y no fueron más porque nos quedamos sin pan», asegura.

¿Cuál es su secreto? «No defraudamos». Aunque los tiempos cambien, «mantenemos calidad y regularidad», defiende. «Antes mi madre iba a comprar los calamares a la Rula de Avilés y los lavaba y cortaba ella misma. Ahora un proveedor nos los trae ya listos. Además, le pedimos que sean anillas del centro de la vaina para estandarizar el tamaño», cuenta, al tiempo que incide en cómo el tratamiento que se le da a esa «buena» materia prima es el que marca la diferencia. «Somos muy exigentes, repunantes si se quiere decir, y solo utilizamos aceite de oliva virgen extra. Ojo, que por muy bueno que sea, se quema. Por lo que todos los días limpiamos y filtramos las freidoras y cambiamos el aceite cada dos días. Gastamos mil y pico litros solo en la Feria».

Este año estrenan terraza al sumar el estand adyacente y mascota: la escultura de un calamar de dos metros obra de Tito Sánchez. Lo que no cambia es el precio de la oferta: 6 euros.

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