
Fallece el alma de Casa Gerardo
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Fallece el alma de Casa Gerardo
«Geles está en un altar, que es el sitio que le corresponde por todo lo que ha sido»«En un altar, que es el sitio que le corresponde». Geles Quirós recibió ayer el mayor de los homenajes. En el altar de la iglesia parroquial Santa María de Prendes se colocaron sus cenizas «por todo lo que ha sido, por su entrega, su ternura, cariño y trabajo que ofreció a lo largo de toda su vida».
Así lo aseguró el parróco de Prendes, que presidió una ceremonia marcada por la emoción y la cercanía de los presentes, tantos que no cabían en el templo, a la familia Morán, a los dueños de Casa Gerardo, el emblema de la gastronomía asturiana del que Geles Quirós fue su «luz, faro y punta de lanza», resaltó su hijo. «Sin Geles no habría Casa Gerardo», dijo un Pedro Morán con las lágrimas contenidas. Tomó él la palabra durante la ceremonia para decir que «mi madre era excepcional en bondad, generosidad, encanto y en amor, Ángeles Quirós era la líder de su familia, el alfa y el omega, sabía liderar desde el corazón y desde el cariño».
Un liderazgo nato que llevó a su padre, Gerardo Quirós, a convertir a su primogénita en la reina de la cocina de la casa que llevaba su nombre. Un liderazgo que, tras su fallecimiento, los máximos exponentes de la cocina asturiana han lamentado que fuera en la sombra y que no haya recibido la 'madre' de la fabada asturiana y del arroz con leche el reconocimiento en vida que merecía. «Si mi madre hubiera nacido treinta años después sería considerada como una de las mejores cocineras del mundo. Y no es amor de hijo, que también», resumió Pedro Morán.
Unas palabras las suyas que respaldan los primeros espadas de la cocina asturiana. En la despedida de Geles estuvieron Luis Alberto Martínez (Casa Fermín), Abel Terente (El Asador de Abel) y Roberto Riginelli (La Pondala), entre otros, como Jesús Urrutia, que fue consejero de Industria, Comercio y Turismo en el Ejecutivo del socialista Vicente Álvarez Areces.
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De ella dejaron dicho que «fue la gran cocinera de Asturias», en un momento en el que el trabajo de la mujer no tenía el foco que merecía. Y no solo de su mano salieron la mejor fabada o el mejor arroz con leche, sino también la crema de nécoras y la merluza a la cazuela. «Era una persona dotada especialmente para la cocina. Guisaba como los ángeles, con un sentido del gusto superlativo, Tenía un don especial para cocinar», resaltó su hijo.
Pedro Morán no ocultó que tras su eterna sonrisa, Geles Quirós escondía dos golpes muy duros. «La muerte de mi hermano Marcos, a la temprana edad de 21 años, y, poco después, de su madre Benigna, ambos en accidente de tráfico», rememoró Morán ante las lágrimas de los asistentes.
Como las de su nieta Marta, que fue la primera en tomar la palabra para dejar claro que con el adiós de Geles Quirós, la cocina asturiana ha perdido un referente, pero ella y su hermano Marcos «a la persona que nos crió, ya que mis padres trabajaron muy duro y muchas horas» en la empresa familiar. Mientras Marco cogía de la mano a su hijo mayor, Tomás, la sexta generación de los Morán, Marta recordaba «la vida con ella, las series que veíamos juntas y las vacaciones en Benidorm». Pero, como apuntó el párroco, «el libro de la vida se sigue escribiendo».
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