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ROSANA SUÁREZ
Lunes, 14 de diciembre 2020, 13:17
El Juzgado de lo Penal número 2 de Avilés acogió este lunes el juicio contra Javier Ledo, condenado a 24 años por el asesinato de la gijonesa Paz Fernández Borrego, quien ha sido juzgado por amenazar encapuchado y con un cuchillo a una anciana de 89 años en Coaña sobre la medianoche del 30 de enero de 2018. El Ministerio Fiscal, que solicitaba la condena de cinco años de prisión al considerar que los hechos son constitutivos de un delito de robo con violencia, en casa habitada y con uso de arma, con las agravantes de disfraz y abuso de superioridad, ratificó esta mañana la existencia de indicios que lo sitúan en el lugar del robo, así como en las inmediaciones.
Los hechos se produjeron dos semanas antes del asesinato de la gijonesa a la que quitó la vida en su casa de Navia en la noche del 13 de febrero de 2018. Después arrojó el cadáver al embalse de Arbón, donde fue hallado por un piragüista tiempo después. Según la Fiscalía, Ledo entró por la noche con la cara cubierta con un pasamontañas en la casa de la víctima, la amenazó con un cuchillo en el cuello, cortó el cable de teléfono para que no pudiera pedir ayuda y le robó varias joyas. El asalto se produjo, según el escrito de acusación de la Fiscalía de Avilés, sobre la medianoche del 30 de enero de 2018. Ledo, tapándose el rostro con un pasamontañas para no ser reconocido, acudió al domicilio de la víctima, a la que conocía. Una vez allí, intentó penetrar en la vivienda por la puerta del sótano, que trató de quebrantar con un hacha y, al no lograr su propósito, probó la entrada por la puerta principal, violentando la cerradura sin conseguir abrirla. Finalmente, el acusado quebró la ventana del baño y consiguió acceder a la vivienda. Una vez en el interior, el acusado se dirigió a la habitación donde se encontraba la mujer, la cual, al verle, intentó llamar por teléfono, momento en el que el acusado cortó el cable de la línea con un cuchillo de grandes dimensiones que portaba. A continuación, Ledo se abalanzó sobre la víctima, le puso el cuchillo en el cuello y la inmovilizó encima de la cama mientras le decía que le diese todo el dinero, al tiempo que la amedrentaba con el cuchillo, manifestándole que, de no entregárselo, le haría daño. Acto seguido, el acusado registró los cajones de la habitación y sustrajo una pulsera antigua con una moneda de oro, un sello de oro, una alianza de oro, unos pendientes de oro y una sortija de oro con una perla. Momentos después el acusado solicitó a la víctima que le entregase 50 euros y, ayudándose del cuchillo, le arrancó la cadena de oro con colgante que llevaba al cuello e intentó sustraerle la alianza que tenía en la mano, sin lograr su propósito. Inmediatamente después, el acusado abandonó la vivienda por la misma ventana del baño por la que había entrado. La perjudicada no reclama por los daños causados ni por los objetos sustraídos.
Javier Ledo sostiene que estuvo el 26 de enero en la zona. Afirma que había quedado con un conocido para que le suministrase unos gramos de cocaína pero al llegar y ver que había varias personas en el embarcadero de Porto, dio la vuelta con el coche y se fue dirección Coaña. Además, asegura que el 28 de enero se fue a Gijón hasta el 30 de enero para encontrarse con una excompañera de trabajo que posteriormente se iría fuera del país, y que el día 30 de enero regresó a casa de sus padres y se fue luego a Navia.
Los indicios que sitúan al acusado en el domicilio de la víctima en Porto (Coaña), son las huellas del calzado que aparecen distribuidas a lo largo de la casa y que conforme al informe pericial se determina que es coincidente con las zapatillas encontradas en el registro hecho en la vivienda del acusado en Navia. Al igual que la cazadora que portaba en el hecho delictivo y que también fue hallada en el interior de un armario del domicilio del acusado. Fiscalía entiende que no se sostiene la coartada del acusado que dice haberse encontrado «por casualidad, mientras pescaba en Coaña, una bolsa de ropa en cuyo interior estaban esas zapatillas y esa cazadora», la cual se llevó a su domicilio. Los dos testigos que estaban en el embarcadero de Porto, próximo a la vivienda de la víctima, sostienen que vieron al acusado hacer una maniobra «extraña» con su coche, circulando varios metros marcha atrás y en pendiente, sin visibilidad para ver si venían más vehículos. Aseguran que pudieron reconocerle porque aún no era de noche, uno de los testigos le conocía de vista y también conocía su vehículo, por lo que no se sostiene la versión de que esos días estaba en Gijón con una persona que no ha podido acudir al juicio porque reside fuera de España.
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