La ley que cambió el rumbo de España se fraguó en un viaje de Gijón a Madrid
El periodista Juan Fernández-Miranda recuerda el papel fundamental que su tío-abuelo, Torcuato, jugó en la Transición
D. F.
Gijón
Sábado, 22 de noviembre 2025, 22:36
De Torcuato Fernández-Miranda (Gijón, 1915) se ha escrito todo. O casi todo, porque siempre hay cosas desconocidas. Y de muchas de ellas, por no decir todas, es buen conocedor Juan Fernández-Miranda, su sobrino nieto. Algunas de estas historias poco conocidas las explicó este sábado en una charla organizada por Nuevas Generaciones de Gijón con motivo del 50 aniversario de la muerte de Franco y que permitió a España iniciar el camino hacia una democracia perdida cuarenta años atrás.
Torcuato Fernández-Miranda fue un hombre clave en la Transición, puesto que fue él quien diseñó todo el complejo proceso que supuso desmantelar el régimen franquista para convertir a España en el Estado de derecho que es hoy.
Tras licenciarse en la Universidad de Oviedo y alistarse en el bando de los sublevados durante la Guerra Civil, comenzó a preparar, al acabar la contienda, las oposiciones, que aprueba en los años cincuenta. Lo anuncia a su entonces novia, Carmen Lozana Abeo, en un escueto telegrama: «Saqué cátedra, prepara boda».
Entre 1951 y 1953 fue rector de la Universidad de Oviedo, siendo el más joven del momento. Ese cargo llevaba implícito ser procurador en las Cortes. Fue ahí donde inició su carrera política, que le llevó a ser ministro y vicepresidente del Gobierno.
Su vida dio un nuevo giro en 1969. En julio de ese año Franco designó al entonces Príncipe Juan Carlos su sucesor. Y entre quienes fueron elegidos para formar al futuro monarca se encontraba Torcuato Fernández-Miranda. Y en aquellos encuentros fue donde ambos comenzaron a diseñar cómo debía ser la España sin Franco.
Y llegó ese momento. El 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte del dictador, Don Juan Carlos es proclamado Rey por las Cortes franquistas. La primera persona a la que llamó tras el nombramiento fue a su mentor, Torcuato Fernández-Miranda, para ofrecerle el cargo de presidente del Gobierno en sustitución de Arias Navarro. Lo declinó, con una frase premonitoria: «Majestad, el animal político que llevo dentro me pide la presidencia del Gobierno, pero creo que le seré más útil desde la Presidencia de las Cortes».
Ese cargo llevaba aparejado la Presidencia del Consejo del Reino, fundamental para dar la vuelta al régimen político como si fuera un calcetín. Su astucia le permitió incluir a Adolfo Suárez en la terna que sustitutos a Arias Navarro al frente del Gobierno, otro momento clave.
Pero sin duda el fundamental ocurrió en agosto de 1976. Torcuato se encontraba pasando el verano en Gijón con su mujer y recibe la llamada de Suárez, con dudas sobre cómo hacer la ley que supondría el desmantelamiento del franquismo. Él le dijo que no se preocupara, que se la daría. Y tras colgar el teléfono, él y su esposa emprendían viaje de regreso a Madrid. Durante el trayecto, Torcuato fue dándole vueltas en su cabeza a cómo tendría que ser la octava ley fundamental que supondría la derogación de las siete anteriores. Y ya en su casa, dictando el texto a su esposa, que tecleaba a máquina, redactó la Ley de Reforma Política que puso fin al franquismo. «Presidente, aquí tiene una ley que no tiene padre», le dijo al entregársela a Suárez. El 18 de noviembre de ese año, las Cortes franquistas la aprobaron. La dictadura moría y la democracia nacía.