«La mochila de un arqueólogo debe guardar paciencia y oído»
Iván Muñiz Historiador y arqueólogoHabla con el paisaje, lo observa y decide dónde hay que excavar, porque su trabajo le permite entender a una brizna o a las mismísimas piedras
ROSA FUENTES
MOIRE.
Domingo, 2 de octubre 2022, 01:10
Una enorme «llosa agraria» puede estar escondida bajo un monte de pinos y castaños. Para tener la capacidad de intuirlo, hay que saber revolucionar el ... ritmo del tiempo y los estudios suficientes para detectar que 1.200 años de cultivo sobre un trozo de tierra es el lugar idóneo para comenzar una trama. Así lo piensa Iván Muñiz (Piedras Blancas, 1974), historiador, geógrafo y arqueólogo, una formación que le permite contar con un olfato privilegiado para saber dónde hay que mover las piedras. También es autor de varios libros en esta materia.
-¿Qué pasaría si las piedras hablaran?
-Las piedras siempre hablan. Cuando pensamos en arqueología lo hacemos en término casi funesto, como vestigios de un pasado que ya no tiene periodicidad, pero son siempre espacios durmientes y nunca mueren.
-¿Cuál es la clave de una investigación?
-Cuando un prado que sólo es un prado te empieza a hacer preguntas o te obliga a responder, es cuando el paisaje se convierte en historia. Cuando pasa eso es el momento ideal de empezar la investigación, pero no hay que hacer un interrogatorio porque no se puede forzar al paisaje ni a las piedras. Si hay una línea muy marcada de la hierba que señala alguna anomalía es que el suelo quiere hablar. Hay que esperar y tener paciencia, sobre todo paciencia.
-¿Qué sentido tiene investigar tanto el pasado mientras el presente está tan dañado?
-Porque hace un segundo ya es pasado y si no se escucha se pierde todo.
-Entonces, ¿hay que excavar para guardar?
-Hay que excavar porque todos somos ya pasado. El presente es una capa de papel cebolla, prácticamente no existe. En el mundo agrario, el mundo actual es casi traumático porque han vivido a costa de la transmisión oral. Si yo no hablo con la gente de aquí, no sé ni la mitad de las cosas que pasan. El pasado es presente y tenemos que aprender de él, no sólo porque sea una especie de arca donde guardar, sino porque está vivo.
-¿Por qué le entusiasma tanto la historia, la geografía y la arqueología?
-Porque todos somos parte de la historia. Mis abuelos me contaban muchas historias de la aldea y mi familia de Arnao, de la mina. A veces eran reconvertidas en fábulas a través de la memoria oral. Ir a la cama de mi güela y que me contara historias me marcó de por vida.
-¿Qué debe guardar la mochila de un arqueólogo?
-La inquietud de querer responder a preguntas. Los artefactos como el paletín o la piqueta, vienen después. Un arqueólogo que no lea en el paisaje, en una ciudad, que no tenga esa intuición innata por preguntar siempre se va a quedar a medio camino. La arqueología es el periodismo del pasado y tenemos que tener el oído muy afinado, pendientes de lo que se cuente. Por tanto, en la mochila tiene que haber memoria, oído, una mano rápida que escuche y la sensación de tener que preguntarlo todo al paisaje.
-¿El personaje de Indiana Jones le hizo un favor o un flaco favor a la arqueología?
-Los personajes son generacionales. Ahora, en un colegio, de quien tienes que hablar es de Tadeo Jones. Sobre Indiana Jones, si nos ponemos a ser puristas, su imagen no es muy recomendable, pero, evidentemente, hizo que en su momento a la arqueología se le viese ese halo romántico, que también lo tiene. Es un mundo muy frustrante, muy puñetero, con rodillas destrozadas por excavar donde no acabas encontrando nada, pero cuando un equipo encuentra algo el revuelo es maravilloso. Esa alegría te sirve para tapar dos meses de preocupaciones, de tapar los sectores porque llegaba la lluvia, de pasar la noche en vela...
-¿Qué ve cuando mira el campo, cuando mira la tierra?
-Gente, personas, en todo, hasta en las piedras. Y, sobre todo, cuando estás en un campo y ves que debajo de esas briznas de hierba hay más capas de historia. El paisaje, para bien y para mal, está humanizado.
-¿La historia recrimina, envuelve, aconseja, ayuda, qué hace con la sociedad actual?
-La historia siempre ha tenido el talante de una madre. Te puede reconvenir con cariño o te puede querer con cierta amargura y es fiel porque siempre está ahí y te va a explicar algo. Lo peor es cuando se rompe el lazo y perdemos la sucesión de los hechos. Y también hay mucho de compromiso social. Respeto a quien utiliza el pasado para ser riguroso y alerta de que esto ya pasó.
-¿Le interesa como futuro la época actual o sólo mira hacia atrás?
-No. La historia no tiene compartimentos antiguos, es una rueda que gira y por tanto somos parte de esa rueda. Somos hijos de la Edad Media y somos el puente hacia el futuro. Nosotros informamos del pasado y eso cada vez se está cortando más y estamos en un momento muy importante en el que el historiador tiene que dar claves para interpretar el presente.
-¿Qué se siente cuando después de un tiempo de trabajo se acaba la temporada y hay que tapar el terreno y despedirse?
-La interpretación de un espacio arqueológico es como la escritura de un libro. Hay momentos que parecen los más bonitos y son los más duros. El final puede que no sea el más duro porque siempre tienes la esperanza de que vas a regresar allí. Cada vez que abandonamos, sabemos que llegará mayo y que volveremos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión