Medallas de Asturias
Luis Benito García, director de la Cátedra de la Sidra de la Universidad de Oviedo: la sidra, en el centro de la cultura y la identidad asturUno de los principales impulsores de que la UNESCO reconociese la cultura sidrera asturiana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la HumanidadLuis Benito García Director de la Cátedra de la Sidra de la U. de Oviedo
Cada ser humano tiene una percepción distinta del Universo, y con cada persona y sus experiencias, el mundo es de una u otra forma. La ... de Luis Benito García es una vida que comienza entre pumares, en la Laviana de 1974. Con un padre minero profesional y cosechero por devoción era muy difícil que el joven Luis Benito no adquiriese el gusto por todo lo que rodea a la sidra. Llegaron a ser propietarios, la familia, de cuatro hectáreas de pumares en San Martín del Rey Aurelio, Laviana y, principalmente, en Sobrescobio, donde conservaron dos buenas parcelas «con una casa blanca que mis padres construyeron poco a poco» hasta «justo antes de la pandemia». Ahora, confiesa, «ando buscando una parcela para volver a meterme con los manzanos». Porque la sidra está en todo. Tanto, que su hija Emma se llama así por la protagonista de uno de sus libros favoritos, Madame Bovary, en el que el normando Gustave Flauvert hace que el matrimonio compuesto por Charles Bovary y la protagonista, Emma, «lo primero que hacen al llegar a vivir a Rouen es buscar un proveedor de sidra».
La consciencia de que los pumares eran algo más que suministradores de materia prima para elaborar sidra casera le viene también de familia a Luis Benito. Mucho antes de que él se decidiese a estudiar Historia en la Universidad de Oviedo y a especializarse en Historia y Antropología Sociocultural, la familia ya colaboraba «con la Pomológica». Conocimiento y estudio, como base para saber de dónde se viene y hacia dónde se camina, requisito indispensable para que, en este caso, la sidra y su cultura tengan un futuro brillante. Ese es el objetivo que subyace en cada una de las palabras de Luis Benito García, alegre y buen conversador. Ameno y variado, su amor por Asturias no se reduce a una exaltación de la sidra como producto, ni tan siquiera como el centro de una estructura productiva y hasta cultural, sino que va mucho más allá. Tanto, que desde 2008 se embarcó en lo que inicialmente parecía un Cruzada y que finalmente, en 2024, se coronó con el éxito de que la UNESCO reconociese la cultura sidrera asturiana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
De hecho, corre el riesgo de que se le identifique sólo con la sidra, cuando todo el trabajo que hace por su promoción «es sin cobrar un euro». Su campo histórico de interés y de investigación es más amplio. En cuanto a la sidra, «el mundo de la representación artística» tiene mucho peso, pero también hay ámbitos más o menos tangenciales, como la historia de la moda, en particular en el último tercio del siglo XIX y el primero del XX, un periodo en el que precisamente la sidra pasó de lo preindustrial a la exportación y también a una cierta uniformidad.
También profundiza Luis Benito García en la historia de la minería en Asturias, y de hecho es el autor de un libro sobre el mutualismo minero, que tiene un cariz notablemente sociocultural. Minería y sidra han ido siempre de la mano en Asturias. Hasta la literatura: para la foto, propone acudir a Entralgo, en Laviana, al Museo Casa Natal de Armando Palacio Valdés, muy cerca del antiguo llagar del mismo nombre. A sus puertas, se le nota en el gesto el deseo de que éste volviera a la producción. De hecho, este profesor universitario aborda siempre sus trabajos sobre la sidra con «una perspectiva holística» y con la intención de «ir creando escuela».
Lo va consiguiendo, y de hecho en la Facultad de Historia de la Universidad de Oviedo cada vez son más los trabajos de fin de grado y las tesis que abordan algún aspecto sobre cómo llegó Asturias a hacer de la sidra su bebida autóctona y parte indisoluble de su identidad y su cultura.
Pese a todo, Luis Benito García señala que «todavía queda mucho por estudiar. Hasta el momento, sólo hemos entrado en profundidad a analizar el mundo de la sidra asturiana desde la Restauración hasta ahora. Antes de eso queda muchísimo por investigar. Hay constancia documental, si bien circunstancial, de que en el territorio que hoy es Asturias ya se elaboraba sidra en el siglo VIII.
¿Por qué fue así? Luis Benito no es precisamente un idealista, ni disfraza de poesía la historia de lo que fue una necesidad. Afirma sin ambages que la sidra nació como alternativa al vino y a la cerveza en un momento en el que la materia prima de ambos (uvas y cereales) eran escasos en Asturias, y el transporte desde sus lugares de producción hacia el norte de la cordillera, prohibitivo para el común de los mortales.
Con todo, ve la sidra, en la actualidad, como ese elemento que aporta cohesión cultural, y afirma que es lo que «blinda el sistema gastronómico asturiano, frente a la proliferación de locales copiados unos de otros en los que se sirven hamburguesas aplastadas a 16 euros, iguales en Sevilla, Barcelona o Berlín». La red de sidrerías es ese blindaje, al que él le pide «proteger la figura del escanciador, porque es la imagen icónica de la sidra», aunque al propio escanciador le pone deberes: «debe ser un profesional con una formación específica, que le habilite para saber qué sidra recomendar en qué momento y en relación con nuestro sistema gastronómico». Y, por supuesto, insiste: «Nuestra sidra, posiblemente la mejor del mundo, es un producto de lujo a un precio imbatible».
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