Accidente en los Lagos

El Principado, dispuesto a debatir de nuevo el tren cremallera a los Lagos tras 25 años de estudios

El presidente del Principado, Adrián Barbón, calificó de «milagro» que el vuelco de un autobús con 49 personas el pasado lunes en la subida a los Lagos de Covadonga no terminara en tragedia. Ese convencimiento de lo cerca que estuvo el drama y el golpe que habría asestado al sector turístico está provocando que las cosas cambien, y rápido.

Tal y como avanzó EL COMERCIO, en octubre pasado 56 conductores de taxis y autobuses vinculados al Plan de acceso a los Lagos firmaron un escrito alertando del «excesivo tráfico» que encontraban en la carretera y cómo esa congestión «pone en peligro la seguridad de los viajeros». Suponen el 90% de los profesionales vinculados al plan.

Su escrito identificó factores de riesgo y soluciones. En un primer momento la iniciativa tuvo como consecuencia un desbroce de las cunetas y adelantar la barrera que cierra el paso a los conductores particulares media hora, bajándola este vez a las 7.30.

Ahora, tras el suceso, el Principado aceptó también cerrar por completo la carretera a las motos, coches y autocaravanas sin autorización (en cuanto salga la resolución en el Boletín Oficial del Estado, la semana que viene), la Dirección General de Tráfico inspeccionará el uso indebido de permisos y la administración advertirá a las empresas de turismo activo de que no pueden llevar a sus clientes por la carretera. Son todas medidas que ya estaban en el escrito de octubre.

A mayores, técnicos del Principado analizarán las 12 zonas que los conductores de Alsa vienen utilizando por ser las más propicias para cruzarse. Es una de las maniobras de mayor riesgo en su día a día. Dirigen unidades del modelo Mercedes Benz tourismo, de cerca de 13 metros de largo y 2,55 de anchura. Teniendo en cuenta que la anchura media de la carretera CO-4 es de 5,35 metros, el margen para maniobrar es de 25 exiguos centímetros.

Es una de las razones por las que Alsa, la concesionaria de la ruta, selecciona a sus mejores conductores para la ruta. Van provistos de un sistema de comunicación satelital, con permanente cobertura, y se coordinan para los cruces y maniobras. Los técnicos de la Consejería de Fomento inspeccionarán la semana que viene esos 12 puntos para calibrar su situación y geometría, al objeto de ver si es viable ampliarlos con sobreanchos o regularlos con semáforos.

Lo que no está sobre la mesa es ir a un sistema de minibuses. Implicaría un recorte abrupto en la capacidad del Plan de acceso. En 2019 el programa se cerró con un promedio de 1.569 usuarios diarios y dos récords. Fue el año con un mayor volumen total de clientes (259.000) y se batió el récord de viajeros en un solo día, con 7.052 un 20 de abril.

Atender a semejante contingente implica 147 servicios de subida y otros tantos de bajada con modelos como el siniestrado; son entre 24 y 25 cada hora. De contar solo con una flota de minibuses de, por ejemplo, 28 plazas (modelo habitual entre los grandes), la operación sería de 252 circulaciones de subida y otras tanto de bajadas.

No habrá minibuses pero sí reducción del número de autobuses circulando a la vez. La solución pasará por más sistemas de prerreserva (compra de billetes por anticipado) o reducción de autobuses de refuerzo en las frecuencias con mayor demanda.

Hasta aquí, las soluciones inmediatas. La inquietud ha devuelto al primer plano intervenciones de mayor envergadura, caso del planteado, debatido y estudiado proyecto para unir los Lagos y Covadonga con un tren cremallera. «Nunca descarto nada por sistema», indicó Barbón. «Estoy dispuesto a que se analice todo, pero la legislación nacional ahora mismo lo prohíbe; habría que ir a un cambio en la normativa o a declarar el vial de interés estratégico, como en su día se hizo con el funicular de Bulnes, que da servicio a una población. Aquí sería complejo pero a largo plazo no lo descarto. Creo que es bueno que se estudie», dijo.

La reflexión la acoge con melancolía Juan José Tielve, exconsejero de Fomento que hace 25 años planteó el proyecto. «En 1998 el ayuntamiento ya prohibió subir a los autobuses de más de ocho metros y no inventamos nada; el tren cremallera existe en muchas partes y te permite mover mucha gente y desestacionalizar el turismo», anotó. De aquella ya hubo un estudio, un trazado y una memoria ambiental. «Era positiva a esta opción dado el volumen de vehículos que evitabas». Considera Tielve que «no es tiempo de seguir dando vueltas y analizando de nuevo alternativas, es el momento de tomar decisiones».

En 2017 dos multinacionales volvieron a estudiar el asunto. Calcularon en 80 millones el coste en vía y tren y movieron el asunto por los despachos del Principado. Ese mismo año una iniciativa del PP, respaldada por el grupo socialista, Foro, Cs e IU, con la abstención de Podemos, reclamó analizar la viabilidad de la infraestructura. En 2019 se contrató, con un plazo de nueve meses. En noviembre de 2020 el ahora consejero de Fomento, Alejandro Calvo, reconoció haberlo recibido y que sería incorporado a una estrategia de movilidad del Parque Nacional. Hasta hoy.