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Purificación Rodríguez, psicóloga de la Casa Malva, el primer centro integral de atención a víctimas de violencia que se abrió en España. IMANOL RIMADA
«Tenemos una ley integral maltratada, vapuleada, juzgada, pero que funciona»
Purificación Rodríguez, psicóloga de la Casa Malva

«Tenemos una ley integral maltratada, vapuleada, juzgada, pero que funciona»

«La puesta en marcha de la Casa Malva, y de la visibilidad de toda la red, sirvió para dejar claro que la víctima no tiene la culpa de lo que le ocurre»

CHELO TUYA

GIJÓN.

Sábado, 27 de noviembre 2021, 18:54

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Ahora está librando una batalla personal por su salud, pero con la misma vitalidad e intensidad que ha librado siempre las luchas contra la injusticia. De psicóloga de drogodependientes, sobre todo mujeres, pasó a ser la columna vertebral de la atención a las víctimas de violencia machista en Asturias. Purificación Rodríguez (Madrid «de casualidad, soy asturiana», 1969), ha visto reconocida su trayectora con la mención especial del premio Meninas 2021, el que concede la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.

-Meninas 2021. ¿Qué siente?

-Me emocionó muchísimo. Fue una sorpresa absoluta. Cuando me llamó la delegada, de hecho, como estoy acostumbrada a dar formación, tuve un lapsus mental y pensé que me estaba proponiendo hacer algún tipo de actividad. Cuando me aclaró que era porque me hacían la mención especial no lo podía creer.

-Premio a toda una trayectoria.

-Empecé a trabajar antes de acabar la carrera en la Fundación Spiral, centrada en drogodependientes. Siempre me interesó mucho la psicología enfocada a los colectivos vulnerables. Estuve seis años y me especialicé en el trabajo con mujeres drogodependientes, porque entre los profesionales había cierto rechazo a trabajar con ellas.

-¿Son diferentes las drogodependientes de los drogodependientes?

-Sin lugar a duda. Solo la vida que lleva una mujer drogodependiente es totalmente diferente a la que lleva un hombre en esa misma situación. Las mujeres están en una situación de vulnerabilidad triplicada. Con su cuerpo en juego. Muchas de ellas empiezan a consumir drogas a partir del consumo de su pareja.

-Pero ¿por qué hay rechazo a trabajar con ellas?

-Porque se las califica de manipuladoras, de liantas... Pero, cuando haces un análisis y escuchas, que es lo que hay que hacer, escuchar, te das cuenta de que los afectos de la mujer siempre están en juego.

-¿Por qué dejó ese trabajo?

-Bueno, un poco por impulso, que es como hago yo las cosas, y porque nació mi segunda hija. Cuando estaba de baja me llamaron del plan de empleo para dar charlas en el Centro Penitenciario de Asturias. Ahí conocí a personal de Cruz Roja y me hicieron una entrevista. Les dije que me gustaba trabajar con las mujeres y ya me engancharon.

-¿Y llegó a la Red de Acogida?

-Bueno, cuando yo empecé no era ni red siquiera. Hice funciones de educadora. En aquel momento eran las casas refugio que tenían los ayuntamientos. Yo empecé en la que tenía Cruz Roja en Oviedo.

-De hecho, esa era la única que se conocía, porque las casas para víctimas eran secretas. ¿Fue un acierto cambiarlas por la vistosidad de la Casa Malva?

-Sin duda. No hay más riesgo para las mujeres y sí un tratamiento integral. Se garantiza su intimidad a la vez que se le ofrecen todos los servicios.

Mayor protección

-Dice usted que la víctima tarda tiempo en asumir que lo es.

-Cuando comencé en Cruz Roja trabajaba, además, en la Asociacion Simone de Beauvoir. Eso me dio una doble perspectiva. Creo que la posición que tenemos las mujeres frente a los afectos, el amor, la familia es diferente. Por más que esté cambiando en positivo. Las mujeres nos colocamos en un lugar dependiente de la relación. Una posición generosa en la que no se dan cuenta de que se les va la vida.

-Hay una alta tasa de víctimas que vuelven con su agresor.

-Es cierto, pero es que es lógico que para romper una relación en la que está en juego los afectos y la familia no se haga rápido. Que una mujer pase de que lo central sean los afectos, la familia, cuidar a los demás, a que lo central sea ella es algo para hacer con calma. No es extraño que la mujer retome esa relación violencia o que inicie otra parecida. Porque las relaciones de pareja, para que sean diferentes tiene que haber una estructura mental diferente.

-Desde que comenzó hasta ahora, ¿ha notado cambios?

-Hay un cambio de paradigma. Los recursos se conocen, las mujeres saben que pueden acudir. y que ofrecemos servicios profesionalizados. Pero, acabamos de ver lo que pasó en Igualada (la violación salvaje a una adolescente de 16 años). Nos queda muchísimo camino por recorrer.

-¿Qué supuso la entrada en vigor de la Ley Integral?

-Recuerdo ese día perfectamente. No como iba vestida, pero sí que estaba en la Simone de Beauvoir y qué periódico estaba leyendo.

-EL COMERCIO, claro.

-(Risas) Sí, sí, claro. Fue un día de felicidad. Fue un logro feminista. Tenemos una ley integral maltratada, juzgada, vapuleada, pero que funciona.

-¿Y la inauguración de la Casa Malva?

-Fue otro momento clave. Pasar de las casas refugio, que tenían su encanto, a darle un cariz profesional, a dejar claro que las víctimas no tienen la culpa.

-El fin del tinte de vergüenza que daba utilizar casas secretas.

-Exacto. Es un recurso más de alojamiento. Si una mujer tiene que salir de su casa con sus hijos y, a veces, con sus mayores, tiene que tener un recurso digno al que acudir. Y de integrarse con la sociedad.

-¿Cómo ha evolucionado la respuesta a las víctimas?

-A nivel jurídico es mucho más rápida ahora. Con la ley integral, desde el momento en el que hay un problema hay una intervención legal especializada. La red de Centros Asesores de la Mujer se está reforzando, ahora, con psicólogas. Muchas mujeres están en situación de violencia y no lo reconocen. Necesitan ayuda. Pero hay un antes y un después en todo lo que tiene que ver con la igualdad. Ahora tenemos formación, información, puntos lilas. Ojo, no lo vamos a cambiar de hoy para mañana.

-Todavía hay quien cree que en la pareja no hay abuso sexual.

-Antes, todo lo que tenía que ver con la sexualidad de las mujeres era un poco tabú. Ahora ya no.

-Muchas mujeres dicen que se han arrepentido de denunciar.

-Solo hay que ver el tipo de pornografía que se está potenciando. Cómo aprenden las niñas de doce años la sexualidad. Es un horror. Las víctimas no valoran la violación o el abuso y lo peor es que cuanto tú no das importancia a tu cuerpo, él te pasa factura.

-También hay muchas que se arrepienten de denunciar.

-El proceso judicial es muy duro. Aunque hayan mejorado, sigue siendo hostil. Pero cuando una mujer decide denunciar tiene medidas de protección y se siente y está mucho más segura.

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