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La estudiante Sara Pizarro recibe el premio al esfuerzo personal y la excelencia.

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La estudiante Sara Pizarro recibe el premio al esfuerzo personal y la excelencia. Arnaldo García

Sesenta estudiantes son premiados «por no rendirse nunca, a pesar de la adversidad»

Premios al esfuerzo personal y a la excelencia académica ·

«Cuando las palabras se acaban, empieza la música», dice el estudiante y violinista Daniel González Álvarez, uno de los galardonados por su excelencia académica

Soraya Pérez

Gijón

Viernes, 30 de mayo 2025, 20:47

Dicen que el único requisito para hacer las cosas bien, es hacerlas con amor. Y es precisamente la pasión por lo que hace, lo que ha llevado a Daniel González Álvarez, un violinista profesional de tan sólo 18 años, a recibir dos premios extraordinarios por su esfuerzo personal y excelencia académica, que entrega la consejería de Educación anualmente. Su caso es singular, ya que él fue el único estudiante que recibió este viernes dos premios en esta gala, de las 61 distinciones que se entregaron (dos de ellas para Daniel).

González, con su humildad y su sonrisa tímida logró terminar con excelencia el bachillerato, al mismo tiempo que estudiaba en un conservatorio para ser violinista profesional. Y lo logró. Si le preguntan qué es lo que más le gusta de la música, él contesta: «el hecho de que cuando las palabras se acaban, empieza la música» y continúa: «porque al final eso es la música, un lenguaje universal que llega donde las palabras no pueden», comentó a EL COMERCIO este estudiante nacido en La Felguera.

Y si además le preguntan si fue difícil, Daniel González contesta: «desde luego que no. Por las mañanas iba al instituto en Oviedo y por las tardes al conservatorio en Sama. Había días en los que sentía que no podía más, pero nunca me rendí. Mi familia está orgullosa y yo también lo estoy de mi mismo», comentó.

Cerca de él, estaba Sara Pizarro Álvarez, una estudiante de 17 años que posee una enfermedad extremadamente rara, y que le impidió caminar desde los 12 años. Desde entonces, ir al colegio y lograr la excelencia, le ha supuesto un gran reto: «la enfermedad empezó a afectarme a los seis años, pero no fue sino hasta primero de la ESO que me quedé impedida de caminar. Nunca ha sido fácil por el tema de la accesibilidad, la silla de ruedas no entra en todas partes. Y aún no estamos preparados para incluir a las personas con discapacidad», contó Pizarro.

Sin embargo, ella jamás dejó que su discapacidad le impidiera ser una de las mejores estudiantes de Asturias. «Todavía no me lo puedo creer, pero pienso que sí me lo merezca», afirma.

«Me propuse aprender el idioma y ser buena estudiante»

Otra estudiante galardonada este viernes, Diarry Sarr, es el vivo ejemplo de que ni siquiera hablar un idioma distinto es una barrera para lograr el éxito. Llegó hace tres años con su padre y su hermana desde Senegal buscando un futuro mejor, pero reconoce que el comienzo fue difícil. «Llegué a Asturias y empecé directamente en cuarto de la ESO, pero no me fue nada bien porque no hablaba el castellano. Repetí curso y, aunque me puse muy triste al principio, no me rendí y me propuse aprender el idioma y lograr ser una buena estudiante», recordó Diarry Sarr, quien añadió que «todo es posible en la vida, sólo se requiere esfuerzo y disciplina», afirmó.

Al acto, celebrado hoy en Gijón, asistió el director general de Inclusión Educativa del Principado, David Artime, y la directora general de Centros de 0 a 3, Cristina Blanco. Artime felicitó a los 60 estudiantes premiados «por nunca rendirse, a pesar de las adversidades», zanjó.

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