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José Carlos Gutiérrez Pandiella, en su plantación de fabes con sello IGP en Monga, Nava. MARIO ROJAS

Diez nuevos productores de fabes se suman este año a la campaña del sello IGP

El consejo regulador, con sede en Grado, constata mayor demanda, por lo que se aumentará la superficie de siembra de fabes blancas y verdinas

PAULA FERNÁNDEZ

GRADO.

Martes, 8 de junio 2021, 01:59

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Las fabes con sello IGP crecen a pesar del freno de ventas de la hostelería durante el año pasado. La campaña, que acaba de empezar, lleva 81 toneladas certificadas. Gran parte fueron despachadas en establecimientos de alimentación como los supermercados, que aumentaron la demanda de este tipo de producto durante los primeros meses de la pandemia debido al consumo en hogares. Esta situación palió la bajada de la demanda en la hostelería, que ahora vuelve a repuntar con el alivio de restricciones.

El Consejo Regulador de la IGP (Indicación Geográfica Protegida) Faba Asturiana, con sede en Grado, concreta que para esta nueva campaña se sumaron diez productores nuevos. Además, la superficie de siembra aumentará tanto en el caso de la fabes asturianas como en las verdinas. Los productores de esta leguminosa están cada vez más profesionalizados. Su cultivo evolucionó y pasó de ser mayoritariamente para consumo propio a ser uno de los pilares de una industria alimentaria con mucho futuro. De hecho, cada vez se demanda más fabes con sello de Identificación Geográfica Protegida. Además, el confinamiento de la pasada primavera hizo que muchos consumidores optasen por este producto, con sello IGP, que garantiza unos niveles de calidad. Y es que las fabes con contraetiqueta pasan controles por parte del consejo regulador que avalan que el producto sea óptimo para el consumo.

«Otro valor»

José Carlos Gutiérrez Pandiella, quien cuenta con una plantación en Monga (Nava), reconoce que el sello de la IGP da al producto un valor añadido. «Llevamos siete años vendiendo fabes con sello de calidad y les das otro valor. Toda la promoción que hacen desde el consejo regulador se nota». Añade que el consumidor también prima lo bueno. «Antes miraban más el precio pero ahora se fijan más en la calidad. Pocos protestan diciendo que les fabes de aquí son caras».

Actualmente, apenas queda producto disponible de la sembrada en 2020 y eso que la campaña termina en marzo de 2022, ya que las cosechas duran 18 meses. Ahora, los productores están en plena época de siembra, para luego recoger en octubre y noviembre las bayas. El sector, atendiendo a estos datos, revela que durante 2020 las pérdidas no fueron importantes, a pesar del parón de la hostelería, uno de sus principales nichos de mercado. Y es que las grandes superficies demandaron más producto con sello IGP, lo que rebajó las pérdidas en ventas. Este año ya están percibiendo un repunte de la demanda, lo que supondrá dar salida a toda la cosecha de la temporada.

La formación de los productores es un factor determinante para la profesionalización del sector. Desde el consejo regulador apuestan por dotar del mayor conocimiento a los productores para lograr las mejores cosechas cada temporada y evitar tener que desechar muchas fabes debido a las malformaciones y manchas que pueden aparecer en las legumbres. Para ello, cuentan con la colaboración del Serida, entidad con un amplísimo banco de tipos de fabes y que realiza constantes investigaciones para tratar de lograr la legumbre perfecta tanto morfológica como gustativamente. El consejo realizará dos cursos en las próximas semanas. El primero, el 14 de junio en Navia, y luego en julio harán lo propio en el concejo moscón.

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