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Carmen e Isabel Cuesta, atropando hierba en su finca de El Bosque. XUAN CUETO
«El verano aquí es trabayar, pero nosotres tomámoslo con relax»

«El verano aquí es trabayar, pero nosotres tomámoslo con relax»

Isabel y Carmen Cuesta, ganaderas ·

Las dos hermanas viven en una finca donde crían ovejas al lado de la carretera por la que pasan a diario cientos de turistas a Covadonga

PABLO A. MARÍN ESTRADA

gijón.

Jueves, 16 de julio 2020, 03:08

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Isabel Cuesta y su hermana Carmen van 'atropando' la hierba con los restos que dejan sus ovejas por la finca donde viven en El Bosque, al pie de la carretera por la que pasan a diario cientos de coches camino de Covadonga. «A mí los turistas ni me dan ni me quitan. Paran delante casa a sacar fotos o a preguntar, es exagerao. Pero no molestan. Aquí lo único que sobra y hace daño es el lobo. Eso sí que no nos deja vivir», se queja la primera, haciendo un alto en su faena. «Los que pasan ven la casa con el hórreo, el rebañu y les gallines y lláma-yos la atención. Sí, ho, porque esto é muy rural, muy de antes». Señala el rastrillo en el que se apoya: «Esto mismo, la pradera, ya nadie lo usa. Nosotras sí, aunque pa segar tenemos cortacésped. ¡Ya da bastante que hacer tou estu!», asegura.

Ambas hermanas son de Llerices, aunque llevan aquí más de treinta años. En todo ese tiempo se han habituado a la afluencia masiva de visitantes durante la época estival. «Antes de que pusieran los autobuses era tremendo. La caravana llegaba desde Los Lagos a Arriondas. Ahora es otra cosa, aunque los autobuses meten muchu ruidu y te fastidian la siesta. Madrugo a las siete de la mañana pa sacar a las ovejas y tengo que echar una horina o así después de comer. E tou por el lobo. Hay que guardarlas todas las noches. En junio todavía me mató una aquí que quedó suelta, al lao de casa: dejó solo la cabeza y les pates. Y el añu pasáu por Semana Santa, que estaba tou estu llenu de turistas, bajó y me cepilló dos. Hasta entonces yo era de las que creía que por aquí no llegaba, pero sí, ya bajó a Corao y hasta Cangas», denuncia.

Este año, además de un nuevo ataque de la fauna salvaje, revela que les quita el sueño otra amenaza: «Lo mismo que-y digo que los turistas ni me dan ni me quitan, también pienso que en añu perdíu tenía que quedar cada uno en su provincia, porque aquí, las dos somos personas de riesgu y da un poco de respetu la cosa».

El año no está siendo especialmente bueno para Isabel y Carmen. Comenzó sin partos en el rebaño: «De trece ovejas que echamos ninguna quedó preñada, no sé si pol lobo o porque el macho no valía». Y para la hierba «ta viniendo muy atípico, muy nublao». Isabel recuerda los de su infancia, sus padres tenían vacas y las subían al Puertu, «a Colláu d'Argomal y a la Vega de Severín. Ahora ta tou llenu de cotolles, no hay ya ni vega. Con el Parque ta perdiéndose tou», lamenta. De vacaciones, afirma que «imposible. Otres veces marchaba, ahora col lobo ni un fin de semana. Así que a trabayar. Esi es el nuestru veranu. Tomámoslo con relax», zanja.

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