Nerea Riveiro González, pedagoga: «Estamos quitando a los niños la oportunidad de aburrirse y crear»
Anima a utilizar el juego como método de aprendizaje incluso hasta la adolescencia y a poner límites a los niños
Nerea Riveiro González (Avilés, 1992) es pedagoga especializada en atención temprana y Trastorno del Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y una divulgadora de éxito ... en redes sociales a través de su perfil @pedagoque. Tal es su éxito que Espasa le propuso escribir un libro sobre 'Cómo estimular la atención en los niños', que acaba de llegar a las librerías.
–¿Qué es la atención temprana? ¿Y el TDAH?
–Son cosas distintas. La atención temprana serían aquellos niños de 0 a 6 años que tienen algún tipo de dificultad de desarrollo, puede ser a nivel motor, cognitivo, de lenguaje... Y luego están los trastornos del neurodesarrollo, que serían TDAH, dislexia, discalculia... Estos se deberían detectar a partir de los 6 o 7 años, aunque se pueden observar signos de alarma antes y se puede intervenir para reducir el impacto de las dificultades.
–¿Quién hace ese diagnóstico?
–Un psicólogo o un pedagogo. Normalmente las evaluaciones se hacen desde el colegio, porque para eso está el orientador escolar. Pero no llegan a todo. Se necesitan más especialistas en Audición y Lenguaje, Pedagogía Terapéutica y orientadores en la educación.
–¿Cómo se tratan?
–Es complejo. Depende mucho porque aunque hay unas características generales, luego cada uno tiene sus necesidades individuales. En el TDAH se pueden encontrar tres tipos: el inatento, donde está más afectada la atención; el impulsivo-hiperactivo y el combinado. Sobre todo en TDAH, trabajamos mucho las funciones ejecutivas, técnicas de estudio, la falta de atención, a nivel cognitivo... En muchos casos también se trabaja la conducta y la gestión emocional. Y por otro lado estarían los trastornos de dificultad de aprendizaje, como la dislexia y discalculia.
–¿Afecta al futuro desarrollo personal y profesional?
–Afecta la calidad de vida. No se puede vincular a un fracaso académico y laboral, pero estas personas tienen muchos hándicaps y necesitan herramientas. Es importante intervenir.
–¿Y las altas capacidades?
–No es eso que pensamos de una persona que destaca en todo. Hay diferentes tipos. Cuando hablamos de una persona que tiene un cociente intelectual por encima de la media puede destacar en una o varias áreas. Podemos destacar los talentos o la superdotación. La superdotación sería un cociente intelectual a partir de 130 y los talentos varían entre el 115 y el 130. Sería destacar en áreas concretas, como por ejemplo en matemáticas o a nivel visoespacial o a nivel de comprensión verbal. Y por otro lado podríamos ser un talento complejo que destacase en varias áreas.
–¿Son tan habituales como parece?
–No lo sé. Lo que sí es que hay un alto porcentaje de alumnado que no está identificado. Antes no se escuchaba tanto porque no había tanta información. Ahora hay mucha más investigación.
–¿Pueden ser un arma de doble filo estas altas capacidades?
–Sí, pueden ser un puente o una barrera. Las altas capacidades no es solo tener un cociente intelectual alto, tienes que cumplir otros criterios como ser creativo o tener un perfil de personalidad concreto. Y tener altas capacidades no significa que tengan un rendimiento escolar alto. Al contrario, muchas veces fracasan porque se aburren o están desmotivados. Y a nivel emocional suele haber una disincronía entre el nivel de inteligencia y el nivel de inteligencia emocional. Suelen tener dificultades para gestionar sus emociones y suelen ser muy sensibles.
–¿Está demonizado el aburrimiento? ¿Hay una sobrestimulación de los niños?
–Vivimos en una sociedad muy distinta a la de cuando éramos pequeños. No tenemos tiempo para nada y las familias buscamos que los niños estén lo más entretenidos posible y les estamos quitado la oportunidad de aburrirse y de crear ellos solos, de tener herramientas para enfrentarse al mundo.
–¿Pantallas en el colegio sí o no?
–No. Son una herramienta y tenemos que enseñar ofimática básica y dónde buscar información, pero más allá de eso hay muchas otras cosas que trabajar en el centro escolar. Las pantallas no nos están haciendo un favor. Estamos encontrando a muchísimos niños con problemas de atención. Las pantallas les ofrecen una cantidad de estímulos que su cerebro no es capaz de gestionar y de ahí viene luego el aburrimiento cuando se enfrentan a tareas como leer un libro. No es lo mismo a nivel visual para nuestro cerebro y a la hora de interiorizar los conocimientos, leer algo en papel que en pantalla electrónica porque cuando paso se me mueve todo el texto y ya pierdo esa imagen visual que me da el papel, con la que el cerebro se queda, y que me permite posteriormente activar vías de recuperación de la información.
–¿Y el juego qué papel juega y a qué edades?
–El juego es necesario en todas las etapas, también incluso en adolescencia. Es una herramienta muy potente para interiorizar cualquier tipo de aprendizaje, también emocional o para establecer un vínculo familiar porque estamos desarrollando recuerdos y conexiones positivas.
–¿Qué culpa tiene esta sociedad actual, en la que prima la inmediatez y se vive colgado del teléfono móvil, en nuestra capacidad de atención?
–No sé qué tiene la culpa. Creo que estamos tan cansados que necesitamos evadirnos. Pero es necesario estar más presentes en el día a día y conectar unos con otros. Es habitual ver en un restaurante a niños con dispositivos móviles para que estén entretenidos. Así no les estamos enseñando a saber estar en los sitios, a tener una conversación con su familia, a desarrollar habilidades básicas.
–En general, ¿se está educando bien a los niños?
–Las familias hacen lo que pueden. Uno de los errores más comunes es confundir la educación positiva, que pone límites, con la sobreprotección. No podemos ceder: si pongo una consecuencia a un acto, tengo que ser coherente, porque si no el niño no lo va a entender.
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