La ciencia sí es cultura
Con el fin de curso tardío, como sucede en el entorno universitario, llegan también los proyectos fin de carrera. Pueden ser un mero trámite o una oportunidad bonita para adentrarse en una exploración basada en un interés personal. Como podéis imaginar si, como yo, os graduasteis hace bastante tiempo, la experiencia de terminar los estudios universitarios en 2025 es distinta a hace unos años, y también se comparte a través de redes sociales, una de las tendencias o trends más virales en el rincón educativo de TikTok incluía compartir los resultados de este tipo de proyectos. Dos vídeos virales captaron especialmente mi atención:
Yaiza Cantón, diseñadora de producto, se había documentado sobre los procesos psicológicos subyacentes al duelo y había desarrollado NIDA, un kit de piezas para expresar de forma visual este proceso en un contexto terapéutico. Esta diseñadora con intereses clínicos ya está en proceso de patentar y producir industrialmente su prototipo. Irene, bióloga, recreaba los arcos de la mezquita de córdoba con colonias bacterianas, formadas por bacterias cultivadas e inactivadas y coloreado con un pigmento que que ella misma había extraído a partir del hongo Monascus purpureus. Esta bióloga cree que la expresión artística es una forma excepcional de comunicar la ciencia. Ambas jóvenes representan un interés genuino por el conocimiento científico sin la división artificial entre campos. Si algo he aprendido de ellas, y de mis amigos historiadores
, es que uno puede tener una actitud científica, aunque no sea científico, buscando la evidencia y el análisis objetivo de los hechos. Si algo he aprendido de ser científica y rodearme de colegas es que uno necesita ser creativo para resolver problemas y encontrar respuestas. La ciencia es cultura, y permite la evolución cultural y la comprensión del mundo que hace que nos expresemos como lo hacemos, en todas las disciplinas.
