
¿Para qué sirve la universidad?
Solo he conocido dos modelos de académicos: excepcionales, referentes en sus campos y una suerte de advenedizos mediocres que serpentean, buscando la oportunidad de ocupar un nicho que alguien más formado y productivo podría hacer florecer. Para sobrepasar a los segundos, los primeros deben ser, ante todo, resilientes. Acumulan méritos y trabajo hasta que el éxito resulta inevitable.
En este proceso de destilado del talento la universidad cumple una de sus dos funciones: la de generar conocimiento, esta que a menudo se nos olvida en esta época del año en la que muchos jóvenes eligen su futuro académico pensando en salidas profesionales. La universidad no es, ni debería ser en mi opinión, una fábrica de trabajadores. Debe transmitir conocimiento vivo, la ciencia que se está haciendo, no la que ya está recogida en los libros de texto. La universidad no debe ser accesible en términos intelectuales (sí, por supuesto, en términos económicos, y en esto Asturias lidera). Debe enseñar a resolver problemas con pensamiento crítico. La empleabilidad es un problema que se resuelve de otras formas: sabiendo sacar partido a esos recursos universitarios. También con la innovación y la transferencia. Cuando las universidades y los centros de investigación promueven la excelencia hasta el final, cuando generan un entorno de colaboración competitiva, cuando se permite que sus investigadores asignen su tiempo allí donde es más productivo, en los laboratorios, en las conferencias, en la colaboración con el sector privado, entonces la universidad es también un motor para el empleo, favoreciendo la creación de nuevas soluciones y nuevos puestos de trabajo.
¿Tenemos esperanza en Asturias de ver una universidad así, con los problemas públicos en el centro de la innovación? Yo creo que sí, los científicos y académicos excepcionales de los que hablo están aquí. También contamos gestores que trabajan cada día para ello, probablemente porque antes fueron académicos, expertos en sus campos o científicos que promovían la innovación desde sus laboratorios.
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