¿Por qué la radiación UV da cáncer y el 5G no?
A menudo nos preocupamos por la exposición a diversas formas de energía, como la radiación UV del sol y las camas de bronceado, pero no sobre otras, como el Wi-Fi, el 5G o los microondas. ¿Por qué el sol tienen potencial mutagénico y estas otras formas de radiación no? La clave está en la capacidad ionizante de las mismas.
El espectro electromagnético abarca una amplia gama de energías, desde ondas de radio de muy baja energía hasta rayos gamma de altísima energía. La radiación UV es un tipo de radiación ionizante. Esto significa que tiene suficiente energía para arrancar electrones de los átomos y moléculas de nuestro cuerpo, un proceso llamado ionización. Cuando esto ocurre en el ADN de nuestras células, puede causar daños directos y permanentes. Estos daños pueden llevar a mutaciones que, si no son reparadas eficazmente por el cuerpo, pueden desencadenar el crecimiento descontrolado de células, lo que conocemos como cáncer de piel. La exposición crónica y excesiva a la radiación UV es un factor de riesgo bien establecido.
Por otro lado, las ondas de radio, el Wi-Fi, el 5G de los móviles y los microondas son formas de radiación no ionizante. Su energía es mucho menor y no es suficiente para ionizar átomos o dañar directamente el ADN. La interacción principal de estas ondas con los tejidos biológicos es el calentamiento, algo que solo ocurre a niveles de exposición muy altos, mucho más allá de lo que experimentamos con nuestros dispositivos cotidianos o redes Wi-Fi. Las normas de seguridad para estos dispositivos están diseñadas precisamente para evitar cualquier efecto térmico perjudicial.
Es decir, si una radiación no tiene energía suficiente para arrancar electrones de nuestras moléculas es físicamente imposible que induzca los cambios necesarios en ellas como para producir enfermedades. Por eso debemos protegernos del sol, pero podemos usar nuestros dispositivos y electrodomésticos con total tranquilidad.