Alegría y notas de solidaridad en el Campoamor
La capital celebra un elegante y riguroso Concierto de Año Nuevo con Oviedo Filarmonía bajo la dirección de Iván López-Reynosa
RAMÓN AVELLO
OVIEDO.
Martes, 2 de enero 2024, 00:46
Además de buena música, el concierto de Año Nuevo en el Campoamor de ayer, que se repetirá hoy a las ocho de la tarde, ... ha sido una inyección de optimismo y un acto solidario, a beneficio de la Asociación Síndrome de Down del Principado de Asturias. El hermoso cartel del concierto, que sugiere una lluvia de corcheas, uvas y bombones es obra de Luis María García, alumno de la asociación. Con entradas agotadas desde hacía varios días, incluso a la taquilla, como anécdota curiosa, hubo quien acudió a preguntar por la reventa. Este concierto de Año Nuevo en Oviedo se podría hasta tripitir con el teatro completo.
Iván López-Reynoso, director titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes en México y principal director invitado de Oviedo Filarmonía, es un joven músico de una gran versatilidad. Iván llevó a la orquesta ovetense con brillantez de color, dinámicas contrastadas y tiempos comedidos y muy bien matizados. En el programa, López-Reynoso hizo un guiño a su tierra natal, México, con la interpretación del 'Vals poético', del compositor romántico mexicano Felipe Villanueva. Originalmente escrito para piano, como comentó el propio director, fue la de ayer la primera vez que se tocó en Europa.
Hay una pauta bastante habitual en los conciertos de Año Nuevo, por la que se interpretan piezas breves, amables y alegres que incitan a recibir el año con optimismo. Si en la segunda parte el predominio absoluto fue para los valses y polkas de Johann Strauss hijo, en la primera, López-Reynoso eligió oberturas y valses no tan vieneses. Comenzó el concierto con la obertura de 'Las alegres comadres de Windsor', ópera de Otto Nicolai inspirada en la obra homónima de Shakespeare. Fue una obertura especialmente elegante, en la que ya se percibió una constante del concierto, que es esa tendencia de Lopez-Reynoso a retener y acelerar los tiempos dando siempre una sensación de música viva pero nada atropellada. El segundo autor fue el compositor francés Émile Waldteufel con el simpático 'Vals de los patinadores' y el vals 'España', este último inspirado en temas de 'España' de Chabrier, que es una evocación tanto del vals como de la jota. Se interpretó con muchísimo color hispano. El 'Pas de soldats', de la ópera 'Guillermo Tell' de Rossini, el 'Vals poético' de Villanueva y la polka' de Smetana interpretada con un color muy checo cerraron esta primera parte
La música de raigambre vienesa dominó la segunda parte, empezando por la obertura de 'El poeta y el campesino', de Suppé. En la obertura opone una sección soñadora, lenta, símbolo del poeta, a un aire rústico que representaría al aldeano. Tras Suppé, la música de Strauss fue como una fiesta in crescendo en la que se alternaron las polkas -'Tik-Tak' y 'Tristsch-Tratsch'», con los valses del 'Emperador' y 'El Danubio azul'. Las polkas llevada a un ritmo vibrante, muy ágil, y los valses, todo lo contrario. Interpretadas con un tiempo muy retenido y especialmente lento, lo que sugería un sentimiento de ensueño y de nostalgia.
Tras los aplausos llegaron las tres propinas: dos polkas de Strauss y, como es preceptivo, 'La marcha Radetzky'. Celebraba también la orquesta los veinticinco años de su fundación. Un cuarto de siglo entrañada en la música de Oviedo y de Asturias. Un concierto muy aplaudido, elegante y de un gran rigor musical.
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